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La “generación de empresas 2013” que empieza el proceso de desarrollo con el centro de incubación de la Universidad Nacional (UNA) ya está lista, con 17 proyectos en total, incluyendo 10 que van a una etapa más acelerada pues tienen hasta un año de operaciones y requieren el asesoría para definir su plan de negocio.
El centro de incubación de la UNA incorpora a nuevos emprendimientos y empresas ya en funcionamiento, en este caso encabezadas por profesionales e incluso con algún capital, a las cuales les falta definir mercados, aspectos legales de marcas y propiedad intelectual y financieros, entre otros.
Con la asesoría estas empresas elevarían sus posibilidades de éxito. “El emprendedor lo que necesita es acompañamiento", dijo Maritza Vargas Montero, coordinadora general de UNA-Incuba. "El problema es que tiene poco acceso a la asesoría especializada. No porque no exista, más bien porque es muy cara incluso solo para la formalización de la empresa”.
A través del centro de incubación la parte inicial es gratuita y conforme la empresa va generando ingresos se va cubriendo parcial o totalmente.
“Muchos se lanzan sin conocer siquiera a cuál mercado van dirigidos ni dónde es que su producto genera impacto. Como lo hace el tico siempre, tirándose al agua sin nada, con el problema de que cuando lo hacen así la rotación es muy alta, superior al 40% de fracaso”, afirmó Vargas.
Para ayudarles deben participar en un proceso que inicia con un diagnóstico y la definición del plan de negocio, el cual se constituye en el primer instrumento de planificación ya que ahí se determina su viabilidad y los retos, oportunidades, fortalezas, debilidades y amenazas.
Además, se realiza una ronda del “espíritu emprendedor”, en el cual un jurado integrado por especialistas en proyectos, empresarios y banca, entre otros, determina la calidad de la idea del negocio y evalúa al equipo que esta encabezando la empresa.
“Nuestro objetivo es difundir el espíritu emprendedor en la comunidad nacional y académica, pero también queremos elevar la calidad”, argumentó Vargas.
Los mejores proyectos son los que participan en la feria. En el 2012 se analizaron 130 iniciativas y 60 fueron escogidas para la feria, donde además se escogieron a 3 proyectos por categoría (industria, servicios y emprendimiento social) para pasar directamente al proceso de incubación.
“Son proyectos de triple impacto: económico, social y ambiental, que se vienen manejando desde el inicio, en la preincubación”, aseguró.
ACOMPAÑAMIENTO
Vargas explicó que en la incubación se brinda asesoría especializada en la estrategia (visión, misión, estrategias), imagen, finanzas, legal, administrativa, y comercialización, entre otras, dependiendo de sus recursos y fortalezas pues cada proyecto puede tener alguien especialista en cada área.
También se ve su potencial de negocios, donde incluso se identifican algunos que pueden ser franquiciables o que pasan directamente a exportar, obtienen apoyo financiero de la banca e incluso se convierten en proveedores de empresas multinacionales.
“Todo depende del emprendedor. No le hacemos la tarea”, advirtió la coordinadora de UNA-Incuba. “Debe existir un alto nivel de compromiso. Vamos midiendo fuerzas, el que está es porque quiere estar y debe investigar y participar en el proceso de retroalimentación. Si el emprendedor no me trae la información, no podemos aportarle mayor cosa ni hacerle la tarea aquí”.
Vargas explicó que la idea es que la empresa pueda seguir por sí sola a más tardar a los 12 meses -exceptuando en casos de emprendimiento sociales o de base tecnológica donde deben diseñar prototipos- para que no se genere una dependencia con la incubadora.
“Algunas logran despegar en dos meses. No porque necesitaban capital, sino porque lo que más requerían era visibilizarse y acompañamiento”, reiteró. “Es un proceso duro, cansado. Las empresas no pueden tener a la incubadora como su modus vivendi, no pueden estar metidos esperando que les caigan los negocios sino que deben estarse moviendo”.
Sostuvo que al mezclar emprendedores con ideas de proyectos y emprendedores con proyectos operando, de diferentes edades y sectores, se generan muchas sinergias y un dinamismo totalmente distinto.
Explicó que el proceso estratégico de la incubación es el acompañamiento. “Las instalaciones no marcan la diferencia. El emprendedor no necesariamente debe estar en la incubadora. Muchos tienen su negocio y cuentan con tecnología, lo que permite darle el seguimiento”, destacó.
Incluso eso facilitará que en el 2013 se inicie un plan con el Instituto Tecnológico de Monterrey para desarrollar un programa de asesoría en línea.
A pesar del corto tiempo, en UNA-Incuba resaltan los resultados de su modelo de incubación y apoyo a emprendimientos. “Tenemos un año en funcionamiento. De las diez empresas que empezaron el proceso hay seis que están facturando”, afirmó Vargas.