El sobrevuelo de Estados Unidos por parte de un globo chino la semana pasada, un artefacto de espionaje según Washington, genera interrogantes sobre qué métodos utiliza el gigante asiático para recabar inteligencia de otros países.
El espionaje de Pekín constituye "la mayor amenaza a largo plazo para los datos y la propiedad intelectual de nuestra nación, así como para nuestra vitalidad económica", se alarmaba en 2020 el director del FBI, Christopher Wray.
"Las acusaciones del llamado 'espionaje chino' no se basan en pruebas factuales, pero en la desinformación y en objetivos políticos ocultos", declaró a la AFP el ministerio chino de Relaciones Exteriores.
A continuación los principales agravios estadounidenses contra Pekín en materia de espionaje.
Piratas informáticos
Según investigadores y responsables de inteligencia de países occidentales, China se ha convertido en experta en piratear sistemas informáticos de países rivales para obtener secretos industriales y comerciales.
Estados Unidos, sus aliados y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) imputaron en 2021 al gobierno chino un ataque masivo al gigante informático Microsoft, para acceder a correos electrónicos y a informaciones confidenciales de particulares y empresas.
También existen sospechas de ataques informáticos chinos en Estados Unidos contra el departamento de Energía, servicios públicos, empresas de telecomunicaciones y universidades, según Washington y artículos de prensa.
Nuevas tecnologías
Las advertencias se multiplican en Estados Unidos contra la aplicación TikTok y el supuesto peligro sobre la seguridad nacional que representa su vínculo con China.
Algunos legisladores temen que la matriz de TikTok, el grupo chino ByteDance, pueda acceder a los datos personales de los usuarios estadounidenses y transmitirlos a las autoridades chinas.
Estados Unidos también puso en su lista negra al grupo Huawei, conocido por sus teléfonos móviles pero que también suministra equipamientos punteros para las redes de telecomunicaciones y el 5G.
Aunque sin aportar pruebas, Washington teme que estos productos se utilicen como una ventana trasera para vigilar las comunicaciones y el tráfico de datos, algo que la empresa desmiente firmemente.
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Informadores
Pekín se apoya en el extranjero en ciudadanos chinos para espiar y robar tecnologías sensibles, afirma Washington.
Uno de los casos más publicitados fue el del ingeniero chino Ji Chaoqun, llegado en 2013 a Estados Unidos con un visado de estudiante y condenado el mes pasado a ocho años de cárcel.
La justicia lo acusó de suministrar a los servicios de inteligencia chinos información sobre científicos estadounidenses que pudieran potencialmente servir como fuentes de inteligencia.
En 2020, Wei Sun, un ingeniero chino naturalizado estadounidense que trabajaba en el departamento de defensa del grupo Raytheon, fue condenado a cárcel por llevar a China un ordenador de la empresa con información sensible sobre un sistema de misiles de la potencia norteamericana.
Políticos
Para obtener informaciones de primera mano y promover sus intereses, Pekín corteja también a personalidades políticas y económicas de primer nivel.
En 2020, la web de información estadounidense Axios afirmó que una estudiante china había entablado vínculos con una serie de figuras políticas del país por cuenta de los servicios de inteligencia de Pekín.
Esta estudiante, Fang Fang, se habría ganado su confianza participando en eventos de recaudación de fondos para campañas electorales y cultivando su amistad, incluso con relaciones sexuales, indicó Axios.
Comisarías clandestinas
Además de herramientas de inteligencia, China dispone en Estados Unidos y en otros países de "comisarías" ocultas, afirma la organización de defensa de los derechos humanos, Safeguard Defenders.
Estas estructuras no declaradas pueden vigilar a los disidentes o presionarlos, según esta organización con sede en Madrid.
Pekín desmiente estas acusaciones.
En noviembre, Países Bajos ordenó a China cerrar dos “comisarías” en su territorio. Un mes más tarde, el gigante asiático también cerró dos de estas estructuras en Praga, según las autoridades checas.