Cada año en las universidades ticas se recibe una convocatoria para participar en una competencia global de proyectos ambientales relacionados con el agua y las aguas residuales.
La invitación de 2024 llamó la atención de Daniela Agames, Ángel Arguedas, Michelle Redondo, Pablo Mora y Camila Tunnermann, estudiantes de ingeniería ambiental del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC). Pero el equipo estaba incompleto y había que incorporar conceptos de paisajismo inspirados en el entorno natural.
Contactaron a varios conocidos y pronto integraron a Evald Brenes e Isaac Madrigal Jiménez, de ingeniería en construcción, así como a Valery Vargas, de arquitectura y urbanismo, todos también del TEC.
A principios de diciembre pasado el equipo completo viajó hasta Santa Teresa de Cóbano (Puntarenas), en la punta sur de la Península de Guanacaste.
Ahí los recibieron los integrantes de la organización no gubernamental (ONG) Nicoya Peninsula Waterkeepers, que les presentaron las necesidades locales en tratamientos de aguas residuales. Otra organización que brinda su respaldo a la iniciativa es Global Water Stewardship, de Estados Unidos.
En setiembre próximo, el grupo de estudiantes del TEC presentará su proyecto en la 98th Annual Technical Exhibition & Conference de la Water Environment Federation’s Technical Exhibition and Conference (WEFTEC), en Chicago, Estados Unidos.
“Lo que se espera de un país como Costa Rica —con vocación en lo ambiental— es este tipo de proyectos“, dijo Evald Brenes a El Financiero.
En la zona y toda Costa Rica, las dificultades de abastecimiento de agua y tratamiento de aguas residuales no son menores.
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Trabajo intenso
De vuelta al Valle Central, los estudiantes empezaron a trabajar en el diseño de una planta y de la red de alcantarillado para conducir las aguas residuales de las diferentes comunidades ubicadas en la zona.
En primera instancia, en medio de las actividades académicas y familiares de finales del 2024 y de principios de 2025, se dividieron las tareas de diseño del proyecto según la especialidad. Luego se reunían en forma presencial y, especialmente, virtual.
La dinámica se mantuvo cuando iniciaron el curso lectivo del presente año, debido a los diferentes horarios que cada estudiante tenía en sus respectivas carreras.
Durante esos meses diseñaron 19 kilómetros de alcantarillado sanitario, en el que se recolecta el agua residual desde la comunidad de Hermosa y que cruza Santa Teresa. El líquido llega a Playa Carmen y es bombeada hacia San Isidro de Cóbano, donde se propuso que se colocará la planta. El costo total del sistema se estima en $32 millones.
La planta de tratamiento —diseñada para tratar el agua de forma eficiente, sostenible y adaptada a su entorno natural— combinará procesos físicos, biológicos y naturales donde se eliminan los sólidos grandes y pesados.
El proceso inicia con la eliminación de los sólidos gruesos al tiempo que transporta el agua hacia las siguientes etapas. Luego, el agua pasa por un desarenador, donde se separan partículas de arena y otros sólidos pesados.
En el siguiente paso el agua ingresa a la zanja de oxidación, donde los microorganismos descomponen la materia orgánica. Posteriormente, entra en clarificadores para eliminar sólidos suspendidos.
Al final, el agua se purifica en un humedal construido con plantas naturales que mejoran su calidad antes de su liberación e integración en el entorno natural.
Se previó un sistema de manejo de lodos, que incluye espesorados, prensas de deshidratación y adición de cal para estabilizar los lodos generados.
Para garantizar la eficiencia energética se incorporan paneles solares que cubrirán parcialmente las necesidades energéticas de la planta.


La planta se conceptualizó de forma ecoamigable, con la integración de flora y fauna, para que sirva también de atractivo turístico y promueva la conservación y sensibilización ecológica.
Su diseño arquitectónico se inspira en la cola del mono congo, especie en peligro por la urbanización y electrocución en Santa Teresa. Ahí se tendrían puentes aéreos con formas orgánicas que sirven como senderos, miradores y zonas de descanso.
La estudiante de arquitectura y urbanismo Valery Vargas explicó, en un comunicado de prensa del TEC, que se contempla la utilización de materiales resistentes a la humedad y la corrosión, garantizando la durabilidad de las instalaciones.
Además, la planta estaría elevada unos 30 centímetros sobre el nivel del suelo como medida preventiva contra inundaciones, asegurando la protección de la infraestructura y los sistemas críticos ante las lluvias intensas características de la región.
“Fue una oportunidad para crecer, colaborar y poner en práctica conocimientos adquiridos durante mi formación junto a un equipo multidisciplinario que me inspiró en cada paso”, dijo Ángel Arguedas, en la misma información difundida por el Instituto.
A Chicago
La primera prueba de fuego llegó a principios de abril pasado, cuando se realizó el congreso TicoSAN, parte de una competencia llamada Student Design Competition.
La actividad fue en las instalaciones del Consejo Nacional de Rectores (Conare), en Rohrmoser. Ahí fueron elegidos para asistir al evento de Chicago, que será del 27 de setiembre al 1.º de octubre próximos. El WEFTEC 2025 es el evento más importante y grande de la industria del agua en Norteamérica.
En la actualidad, los estudiantes corren para contar con los requisitos migratorios y los fondos para el viaje.

Junto a Santa Teresa, el proyecto cubre las playas Hermosa, Carmen y Malpaís, mediante el alcantarillado. Este opera por gravedad (el agua llega a la rama principal desde varios puntos por 14 km) y mediante bombeo o por impulsión (el agua recorre 5 km y llega a un tanque de acero, donde unas bombas de alta potencia la impulsan a la planta).
Con el proyecto elaborado por los estudiantes, corresponderá a las ONGs involucradas recaudar los fondos de diferentes fuentes para el financiamiento. Asimismo, serían las encargadas de realizar el proceso de integración, discusión y aprobación de la comunidad, un requerimiento ineludible.
Si se construye, la proyección es que todavía en el 2069 la planta permita atender a las necesidades que generaría una población de casi 70.000 personas, entre turistas y residentes.