Los navegadores lanzados en las últimas semanas por las plataformas de inteligencia artificial (IA), como el ChatGPT Atlas de OpenAI, generaron curiosidad, interés y preocupación. Prometen facilitar la búsqueda de información y optimizar tareas pero también presentan riesgos en materia de privacidad y protección de datos.
No es la única amenaza: la tecnología de la IA facilita a los ciberdelincuentes a generar diferentes tipos de ataques y por múltiples frentes. Los usuarios, empresas y personas, deben estar más alertas.
“El éxito en la ciberseguridad del futuro no dependerá únicamente de contar con las herramientas más avanzadas“, dijo Felipe Ruiz, VP de Seguridad de la Información y Core Network de Liberty Latin America.
Las firmas de ciberseguridad Sisap, Fortinet y Palo Alto Networks advierten de los diferentes tipos de ataques (dirigidos a puntos finales, redes, entornos en la nube y usuarios), mientras los profesionales del área reconocen la urgencia de mejorar sus habilidades ante los nuevos motores de ciberataques.
Los operadores de telecomunicaciones también tienen responsabilidad en la ciberseguridad a nivel de sus sistemas y de las redes de distribución y acceso.
Ruiz dijo que en Liberty la protección de la privacidad y la gestión responsable de los datos son parte de sus estrategias e implementan soluciones y proyectos que incorporan IA, garantizando transparencia, educación y minimización de riesgos.
Esto se complementa con auditorías periódicas y el mantenimiento de certificaciones en los principales marcos de ciberseguridad para asegurar que la IA sea un refuerzo de protección y no un amplificador de riesgos.
“Integramos en nuestros programas de concientización guías sobre el uso responsable de la IA”, dijo Ruiz, en sus respuestas a un cuestionario de El Financiero.
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En los últimos años la IA transformó la forma en que se generan, se detectan y se previenen los ciberataques. ¿Cómo cambió la estrategia de ciberseguridad para las empresas?
La IA transforma profundamente la estrategia de ciberseguridad en las empresas. Hemos pasado a un modelo predictivo y adaptativo, donde la detección, respuesta y contención de amenazas ocurren en tiempo real y con mayor precisión.
Procesos que antes consumían tiempo y recursos humanos (como la correlación de alertas, la clasificación de incidentes o la detección de anomalías) hoy se automatizan mediante algoritmos de IA, lo que permite a los equipos de seguridad enfocarse en decisiones estratégicas y gestión del riesgo.
Por ejemplo, los antivirus y otras herramientas de nueva generación aprenden comportamientos maliciosos para anticipar ataques. Del mismo modo, los sistemas de detección de phishing impulsados por IA analizan contexto, procedencia y lenguaje para bloquear campañas en milisegundos.
La IA amplifica su capacidad de proteger, anticipar y responder frente a amenazas cada vez más veloces y sofisticadas.
Así como la IA fortalece la defensa, también potencia los ataques: los delincuentes usan algoritmos para automatizar fraudes, suplantar identidades o generar phishing más sofisticado. ¿Cómo se deben preparar los usuarios y las empresas para enfrentar a atacantes que también usan IA?
La inversión en tecnología permite automatizar defensas y reducir la exposición al riesgo, pero la tecnología por sí sola no basta. Los atacantes también utilizan IA para escalar, personalizar y sofisticar sus ataques.
Por eso, trabajamos en empoderar a nuestros usuarios con prácticas simples pero fundamentales: activar doble factor, usar contraseñas robustas, no compartir credenciales y pensar antes de hacer clic. La conciencia digital es primera línea de defensa.
Cuando combinamos tecnología avanzada con usuarios informados, creamos una barrera de protección que incluso la IA más sofisticada tendrá dificultades para superar.
La ciberseguridad suele ser vista como un tema técnico, pero cada vez tiene más implicaciones éticas y regulatorias. ¿Qué papel debería jugar la transparencia y la rendición de cuentas en el uso de IA para la seguridad digital?
La transparencia y la rendición de cuentas son principios fundamentales para garantizar confianza en el uso de IA aplicada a la seguridad digital.
Desde una perspectiva corporativa, esto implica establecer políticas claras, marcos de gobernanza robustos y mecanismos de supervisión que aseguren que cada decisión automatizada sea trazable y auditable.
La transparencia no es opcional: es el pilar que permite que la innovación tecnológica se traduzca en seguridad confiable, ética y sostenible. Cuando la confianza se convierte en el núcleo de la ciberseguridad, la IA deja de ser un riesgo y se convierte en una ventaja estratégica.
De acuerdo a la Unión Internacional de Telecomunicaciones, una buena parte de los países de América Latina -incluyendo a Costa Rica- están bien preparados en políticas públicas de ciberseguridad. La debilidad, sin embargo, está en la implementación de medidas técnicas. ¿Cuáles son los principales retos de las empresas y los usuarios?
Podríamos decir que, en este escenario, estamos avanzando hacia una mayor integración de la ciberseguridad en las decisiones estratégicas de las empresas en Latinoamérica. Aunque aún representa un desafío, se trata de una tendencia que seguirá consolidándose.
Esta incorporación de la ciberseguridad en la agenda estratégica viene acompañada de una mayor necesidad de financiamiento y de eficiencia en las inversiones operativas, lo que representa otro reto importante.
A nivel de talento, persisten brechas significativas en la disponibilidad de personal especializado, lo que impulsa alianzas de universidades y empresas para desarrollar programas que respondan a las competencias específicas que demanda el sector y así reducir la escasez de profesionales en ciberseguridad.
La región avanza con claridad estratégica, pero aún debe consolidar capacidades técnicas, talento especializado y cultura digital para cerrar la brecha entre la norma y la ejecución.
¿Cuál considera que será el mayor desafío de la ciberseguridad los próximos cinco años y en la era de la IA: la tecnología, el factor humano o la gobernanza de los datos?
El mayor desafío será mantener el equilibrio entre el factor humano y la gobernanza de los datos.
La tecnología seguirá evolucionando a una velocidad sin precedentes. Serán las personas, y las decisiones sobre cómo usamos la información, las que determinarán el verdadero nivel de riesgo o de resiliencia de una organización.
La IA transforma la forma en que prevenimos y detectamos amenazas. También multiplica la sofisticación de los ataques. El reto no es solo técnico. Formar talento consciente y establecer marcos éticos y transparentes será tan importante como contar con las mejores herramientas.
El éxito en la ciberseguridad del futuro no dependerá únicamente de contar con las herramientas más avanzadas, sino de combinar tecnología, criterio y liderazgo ético para proteger lo más valioso: la confianza.
