En el post anterior hice referencia a la intensidad que se debe caminar para que cuente como ejercicio, una donde la agitación sea la suficiente que le impida cantar pero que le permita hablar con pausas cortas.
Pero, ¿y si se combinan?
La tendencia de caminar “al estilo japonés”, promovida por investigadores de la Shinshu University en Matsumoto, Japan, consiste en alternar tres minutos de caminata a mayor intensidad con tres minutos a menor intensidad, repitiéndolo durante al menos 30 minutos, cuatro veces por semana.
A este estilo de caminata se le ha comparado con el entrenamiento por intervalos de alta intensidad (HIIT, por sus siglas en inglés) y, a veces, se le llama “caminata de alta intensidad”.
Sin embargo, es menos demandante que el HIIT tradicional y se realiza a intensidades más bajas. Se cree que este tipo de entrenamientos favorece la quema de grasa pues el metabolismo sigue trabajando aún después de finalizado el entrenamiento.

La década transcurrida desde la iniciativa japonesa ha permitido que estudios longitudinales valoren su efectividad.
Un estudio realizado en 2007 en Japón comparó este método con caminar de forma continua a baja intensidad y con el objetivo de alcanzar 8,000 pasos diarios.
Los resultados muestran que la caminata en intervalos ayudó a reducir más el peso y la presión arterial que caminar de forma continua a baja intensidad.
Si bien se cree que podría prevenir el deterioro asociado al envejecimiento, aún no ha sido estudiado de forma directa, aclaran en la plataforma de divulgación académica, The Conversation.
Otro estudio longitudinal, publicado en el 2018 con la participación de más de un centenar de hombres y mujeres, determinó que, si bien la fuerza de las piernas disminuyó de forma lineal con el envejecimiento, se mantuvo en un nivel más alto entre quienes realizaron caminata con intervalos.
Además, su capacidad aeróbica aumentó en los primeros seis meses y se mantuvo estable durante el resto del periodo, a diferencia del grupo de control, donde esta capacidad disminuyó significativamente con el tiempo.
Así, los investigadores concluyeron que este tipo de caminata “protegió contra el deterioro físico asociado al envejecimiento en personas mayores, y este efecto se conservó parcialmente, incluso en quienes abandonaron el programa antes de tiempo.”
No todos están convencidos de que estos 120 minutos semanales sean mejores que la recomendación de la OMS de realizar, al menos, 150 minutos semanales de actividad física a intensidad moderada.
Lo que yo rescato de todo es que mínimo se requieren 120 minutos y que la intensidad no está en discusión: moderada constante o intercalada en intervalos con otra más intensa, pero menos de eso, no.
¿Estamos?