Como entrenadora, he escuchado de todo: que el ejercicio “apelota la grasa”, que “siempre se empieza a entrenar después de estirar”, o que “es malo para la leche materna porque la pone agria”.
De lo del sabor, no voy a opinar (no tengo forma, ni ganas, de comprobarlo ). Pero sí puedo decirles no es malo; es más, puede ser muy bueno, según estudios científicos.
Un equipo de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología descubrió que el ejercicio intenso eleva los niveles de una hormona en la leche materna llamada adiponectina, que protege a los bebés contra la diabetes y ayuda a regular su metabolismo.
Para el estudio, tomaron 240 muestras de leche materna de 20 mamás recientes, antes y después de dos sesiones de entrenamiento, y las compararon con muestras tomadas tras periodos de descanso.

¿El resultado? Las mamás que hicieron entrenamiento por intervalos de alta intensidad (HIIT) tenían niveles más altos de adiponectina en su leche.
Esta hormona juega un papel clave en la regulación del metabolismo, asegurando que el cuerpo tenga energía y nutrientes para funcionar bien. Por el contrario, niveles bajos de adiponectina están vinculados con resistencia a la insulina y diabetes tipo 2.
Estudios recientes indican que el ejercicio puede mejorar la composición de la leche materna y así reducir la transmisión intergeneracional de la obesidad. De ahí que la OMS recomiende la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida: los bebés amamantados tienen menos probabilidades de desarrollar sobrepeso u obesidad que los alimentados con fórmula.

Pero chicas, sé que en este tema querer no siempre es poder. Así que, si lo que podés darle es una gota y el resto de fórmula, quedate tranquila: esa gota va cargada de superpoderes.
Y hay más: la adiponectina no beneficia solo al bebé. Mamá, como vos la producís, también te beneficiás con mejor control de peso, protección frente a la diabetes tipo 2, menor riesgo de enfermedades cardiovasculares… y eso sin contar los beneficios extra para tu salud mental.
Así que, si tenías dudas, podés quedarte tranquila: entrenar y amamantar no solo es compatible, ¡es un combo ganador para vos y tu bebé!
Eso sí, antes de salir corriendo a ponerte las tenis y darle play al Insanity, asegurate de tener luz verde de tu médico y empezar de donde estás hoy. A partir de ahí, vas a poder mejorar, sin duda, pero sin extralimitarte.