Costa Rica enfrenta el mayor rezago educativo de su historia reciente. Los recortes en inversión social y la pérdida de lecciones —provocada por las huelgas y la pandemia años atrás—abrieron grietas que hoy se reflejan en vacíos de aprendizaje y en un futuro laboral con menos talento calificado.
El Décimo Informe Estado de la Educación advierte que, pese a los compromisos constitucionales y al peso estratégico de la educación para el desarrollo, esta ha sido tratada como la “buchaca más grande del Estado” a la que se le echa mano cada vez que se requiere un ajuste fiscal, según Isabel Román, coordinadora del informe.
Las consecuencias ya son tangibles: más del 90% de los estudiantes que participaron en Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) se ubican en los niveles más bajos de desempeño. Mientras tanto, las altas tasas de graduación esconden una preocupante carencia de competencias reales para enfrentar el mercado laboral.
El Financiero conversó con Román para profundizar en estos hallazgos, en las medidas que se deberán tomar para mejorar la calidad de los aprendizajes y en las consecuencias de la crisis en la economía.

¿A qué se debe que en Costa Rica la educación se utilice como una variable de ajuste presupuestario?
Tenemos una regla fiscal que pone un techo al crecimiento del presupuesto de todas las instituciones. ¿Qué ha pasado con la educación? Ni siquiera se le ha permitido, en todos los años de haberse aplicado la regla fiscal, llegar al tope. Y esto no es una decisión técnica, es una decisión política.
Aquí hemos tenido una clara decisión política de echarle mano a la buchaca más grande del Estado, que es la educación. Cortar es fácil, pero recuperar es muy difícil.
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¿Qué relación directa tienen la inversión y la calidad educativa que reciben los estudiantes?
La principal caída ha estado en transferencias y en bienes de capital. Las transferencias impactan especialmente a las becas de los estudiantes; transferencia de capital es todo lo que tiene que ver con inversión en infraestructura. Todo esto afecta la mejora de los ambientes de aprendizaje.
¿En qué se debe invertir?
Para el informe reunimos a un conjunto de representantes del sector empresarial, de los sindicatos y especialistas en educación, y se definieron cuatro pilares importantes: cobertura universal con calidad, mejora de los ambientes de aprendizaje, docentes idóneos y mejora en la calidad de los aprendizajes. A partir de ahí se definieron un conjunto de metas específicas que esperamos que sean un insumo para el debate electoral.
Le pusimos costo a cada una de las metas y determinamos que una inversión adicional del 0,11% en el primer año hasta llegar a un 0,34% en el 2030.
¿El incremento gradual adicional que plantean es posible tomando en cuenta que la educación ha sido tomada como una variable de ajuste estructural?
La palanca que mueve esto es la palanca política. ¿Cuánta es la importancia que se le da al tema de la educación? Porque las decisiones han sido políticas.

En los últimos años el país no ha tenido una continuidad en las políticas educativas, ¿qué se debe hacer para darle continuidad a los planes del sector?
En los últimos 20 años tuvimos continuidad en nuestras políticas educativas. Cuando llegó este gobierno volvimos al borrón y cuenta nueva en el que ‘nada sirve, todo es una cochinada, todo hay que cambiarlo’.
(La actual administración) hizo pruebas comprensivas y pruebas estandarizadas. Pero no se continuó ni existe plan de liberación.
Lo que este gobierno tenía que hacer era un buen plan de nivelación. Tenía que aplicar los programas de estudio y hacer una muy buena capacitación a los docentes.
El rezago educativo refleja una futura generación productiva con pocos conocimientos. ¿Cómo afectará esto la atracción de empresas en el país?
Más del 90% de los estudiantes que participan en las pruebas PISA se ubican en los niveles más bajos de desempeño. Los estudiantes de 15 años están mostrando, por ejemplo, que la comprensión lectora es similar a las habilidades que tiene un niño de tercer grado de la escuela.
Además, el informe también indica que en los últimos años hemos tenido unas altas tasas de graduación. Es decir, estamos aprobando a un montón de estudiantes que no necesariamente tienen las habilidades. ¿Dónde se va a ver reflejado eso? En el mercado laboral, cuando los empresarios no tengan la fuerza laboral que necesitan para cumplir con sus procesos productivos.
No va a crecer la productividad ni la innovación si no tenemos talento humano calificado.
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¿El empleo se verá impactado por la crisis educativa?
Totalmente. Necesitamos empleos de calidad con capacidad de generar alto valor agregado.
¿Por qué Costa Rica no pudo establecer rápidamente un plan de nivelación muy específico como Chile o Uruguay? Ellos tenían unas evaluaciones estandarizadas muy robustas, mientras que nosotros pasamos de las pruebas Faro a las estandarizadas.; en Costa Rica las pruebas en primaria analizan únicamente el 30% del curriculum.
Tenemos pruebas de baja dificultad. Decimos que estamos certificando, pero estamos vendiendo mentiras piadosas porque no es cierto.
Si todas las recomendaciones que el Estado de la Educación brinda son acatadas, ¿en cuánto tiempo el sistema educativo retomará un buen nivel de manera integral?
En cuatro años no va a ser. Pero sí podemos empezar a mover la aguja y me refiero a sentar bases para recuperar la inversión en educación.
En temas de aprendizajes hay que hacer realmente unos programas consolidados de capacitación y trabajar con las universidades para que los docentes puedan tener didácticas específicas para aplicar los programas de estudio.
Si se hacen pruebas como filtro de educación secundaria en medio de esta crisis, muchos estudiantes no podrán pasar la prueba. ¿Cómo establecer un parámetro sin afectar a quienes no provocaron esta situación?
Tenemos pruebas estandarizadas de certificación, pero también hay pruebas estandarizadas diagnósticas.
Nosotros teníamos un mecanismo que certificaba el programa de estudios, es decir, pruebas de altas consecuencias. Y aquí hay toda una discusión de que deberían ser pruebas diagnósticas y no de certificación porque estamos en una crisis.
Nosotros no decimos que debe ser de certificación, sino que tiene que ser de buena calidad porque es la brújula que nos dice cómo estamos. El problema que tenemos con las pruebas PISA es que el MEP no agarra esos resultados y los analiza en las aulas.