A partir de julio de este año, Costa Rica pasó de ser un país de ingreso medio a alto, según la clasificación del Banco Mundial, luego de que su Ingreso Nacional Bruto (INB) per cápita alcanzara los $15,620, el umbral establecido por la entidad.
Con este nuevo estatus, comparte categoría con países como Alemania, Canadá y Chile. Según el banco, el ascenso es fruto de varios años de crecimiento económico sostenido, con una tasa promedio del 4,7% en los últimos tres años y un crecimiento estimado del 4,3% durante 2024, impulsado principalmente por la demanda interna.
Ante este panorama surge la duda, ¿qué cambios traerá al país esta nueva posición y cómo afectará a los costarricenses?
Atracción de inversión y confianza
Bajo la perspectiva de Andrés Fernández, economista del Consejo de Promoción de la Competitividad (CPC) y Bryan Acuña, internacionalista, el cambio representa un avance significativo en términos de imagen y posicionamiento con países extranjeros, pero también trae varios obstáculos consigo.
Según Fernández, el hecho de que Costa Rica comparta ahora categoría con países como Alemania o Canadá envía un mensaje positivo sobre la estabilidad y la productividad del país, lo cual es clave para atraer inversiones y fortalecer la confianza de los mercados financieros.
“Esta percepción favorable podría convertirse en una herramienta poderosa para impulsar la llegada de Inversión Extranjera Directa (IED), un indicador que va a ser fundamental en los próximos años para medir si el país logra aprovechar su nuevo estatus”, aseguró.
Además, el país empieza a transitar hacia un rol más activo y autónomo en el ámbito internacional: pasar de ser considerado un receptor de ayudas a ser visto como un posible contribuyente en organismos multilaterales es, para Fernández, una muestra de que Costa Rica avanzó en términos económicos y de responsabilidad global.
Menor acceso a créditos y más contribuciones
Sin embargo, al ascender de categoría, Costa Rica tendrá menos acceso a créditos blandos y a condiciones preferenciales de financiamiento que ofrecían entidades como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Esto significa que, en adelante, el país deberá recurrir a créditos en condiciones menos favorables, lo que podría encarecer el costo de endeudamiento y afectar la disponibilidad de recursos para proyectos de desarrollo.
Otra consecuencia es la posibilidad de que Costa Rica deba aumentar sus contribuciones económicas a fondos internacionales destinados a apoyar a naciones de menor ingreso. Si bien esto no ocurrirá de forma inmediata ni supone una obligación excesiva, Fernández advirtió que el país deberá prepararse para asumir mayores aportes en el mediano plazo como parte de su integración plena en el grupo de ingreso alto.

La vulnerabilidad del nuevo estatus es otro de los aspectos que preocupa al economista; Costa Rica apenas superó el umbral necesario para ser clasificada como país de ingreso alto, lo que significa que, sin un manejo cuidadoso de sus finanzas y políticas públicas, podría retroceder a la categoría de ingreso medio alto.
Ante este panorama, Fernández insistió en que cualquier endeudamiento futuro debe estar orientado exclusivamente a inversiones en infraestructura y no a cubrir gastos corrientes.
La pobreza no se ha borrado del mapa
Por otro lado, Fernández consideró que el promedio de ingreso per cápita que permitió a Costa Rica alcanzar este nuevo estatus no refleja la realidad económica de toda la población. Aunque en cantones como San José, Belén o Heredia se observan niveles altos de productividad, más de 50 cantones presentan cifras considerablemente inferiores.
“Ese promedio de $14.000 o $15.000 anuales por persona no refleja lo que vive la mayoría”, mencionó, pues los beneficios del crecimiento podrían estar concentrados en territorios específicos, especialmente en el Régimen Especial (RE) de Zonas Francas.
Acuña coincidió con el economista: “el 18% de los hogares está en condición de pobreza, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) 2024, aunque lo positivo es la disminución en 3 puntos porcentuales de lo que acontecía el año anterior”.
Asimismo, fue enfático al señalar que es un momento clave para impulsar nuevos acuerdos multilaterales sin dejar de lado las necesidades de los sectores vulnerables del país.
“En esta situación, no se trata solo de alcanzar un objetivo, sino más bien como un nuevo comienzo para repensar lo que es importante para el país y construir una verdadera cantidad de crecimiento que funcione para todos”, sentenció.