
La tasa de desempleo de Costa Rica cerró en 18,1% en el segundo trimestre de 2021, una cifra en la que parece estancada desde inicios de año, a pesar del repunte en los indicadores de actividad económica y de las revisiones al alza en las previsiones de crecimiento de la producción para este año.
La cifra también se mantiene muy lejos del ya de por sí elevado 12,5% de desempleo que se registraba antes de la pandemia, y que desde entonces generaba preocupaciones.
El tímido descenso del desempleo, explicó el presidente del Banco Central (BCCR), Rodrigo Cubero, durante la presentación de la última revisión del Programa Macroeconómico, este 30 de julio, evidencia que algunos efectos de la emergencia sanitaria podrían terminar por ser “duraderos” o incluso “permanentes”.
La lenta recuperación podría deberse a varias circunstancias; en cuenta que algunas empresas encontraron mayor eficiencia y hoy mantienen menores planillas para sostener sus operaciones; la incertidumbre que todavía persiste sobre los empleadores en relación con la recuperación pospandemia, y también a las restricciones y los shocks de demanda que todavía pesan sobre sectores clave como el comercio o el turismo.
Todo esto se suma a problemas estructurales que Costa Rica ya acumulaba desde antes del COVID-19; entre ellos los costos de operación y de contratación, según recordó en entrevista con EF el economista José Luis Arce, director de FCS Capital.
El golpe es fuerte y también se refleja en la tasa de subutilización, que comprende el desempleo y el subempleo (el porcentaje de personas ocupadas que trabajan menos de 40 horas por semana y que desean una jornada más extensa). Este indicador hoy es de un 33,5%; unos 11,3 puntos porcentuales (p. p.) mayor que en el mismo periodo de 2019.
Lenta recuperación
El Presidente del BCCR aseguró en su presentación del 30 de julio que la recuperación del mercado laboral costarricense tras la pandemia debería mantenerse, en concordancia con una mayor actividad económica; sin embargo, subrayó que: “puede seguir siendo lenta y puede que no sea plena”.
También señaló que la lentitud de la recuperación del empleo no es un fenómeno exclusivo de Costa Rica, sino que ya se observa en otros países como Chile o Estados Unidos, en donde los niveles de producción ya superan o están cerca de alcanzar los niveles de antes de la emergencia, pero el desempleo sigue por encima de los registros más antiguos.
Además de los efectos de restricciones por COVID-19 y de los problemas estructurales para la generación de empleo, Arce enfatizó, por su parte, que también deberán estudiarse los efectos que podrían provocar algunos cambios en el comportamiento de las personas por la pandemia, y cómo estos podrían modificar ahora mismo o en el futuro las dinámicas de consumo.
“Por poner un ejemplo, si vos revisás los datos de Google sobre movilidad, te vas a dar cuenta que (el número de) las personas que se mueven hacia sitios de trabajo todavía no se recupera, y uno podría suponer que todas esas actividades vinculadas con esas oficinas, como restaurantes, minisuper y cuestiones de ese tipo van a tener un shock que puede ser permanente”, comentó.
Las consecuencias de la COVID-19 sobre el mercado laboral a largo plazo aún son difíciles de prever, pero seguramente existirán y dejarán “una cicatriz”, según explicó Arce.
“Todo es muy especulativo, pero es que los cambios finales no los sabemos todavía; por ejemplo, el hecho de que la gente se mueva hacia el delivery en lugar de ir a comer a los restaurantes puede haber tenido otro efecto permanente”, subrayó.
Un viejo problema
El golpe de la pandemia además cayó sobre problemas estructurales viejos que ya acumulaba Costa Rica y que alimentaban una tasa de desempleo de dos dígitos desde antes de la emergencia sanitaria.
“Eventualmente uno esperaría que el dinamismo económico mismo vaya generando la demanda por trabajadores; aunque en el caso de Costa Rica tenemos ciertos factores estructurales que se han convertido en impedimentos para tener una menor tasa de desempleo y ya hemos hablado de ellos en diferentes ocasiones”, describió Cubero.
La desconexión del mercado laboral con algunos sectores menos calificados de la fuerza de trabajo, las restricciones de cuido de menores de edad que normalmente recaen sobre las mujeres y los elevados costos de contratación por el pago de cargas sociales son algunos de ellos.
Atender estos factores será clave en medio de una economía como la costarricense, según comentó Arce, que actualmente impulsa un ajuste fiscal que seguramente tendrá efectos recesivos y que además enfrenta un choque en términos de intercambio por el precio de los combustibles.
Este fue un factor de riesgo que incluso se mencionó en la última Revisión del Programa Macroeconómico 2021-2022.
“Precios de materias primas superiores a los incorporadas en este ejercicio podrían presionar la inflación por encima de la proyección central y, simultáneamente, tener un efecto contractivo sobre la actividad económica y, por ende, sobre el empleo”, suscribió el emisor como uno de los riesgos latentes sobre la economía costarricense, en su documento de proyecciones.
Sectores débiles y restringidos
Pese a que gran parte de los retos costarricenses para mejorar sus niveles de desempleo responden a cuestiones estructurales o que podrían ser más “duraderos”, también impactan sobre la tasa las restricciones sanitarias por la pandemia que se mantienen.
Por ejemplo, el país mantiene su horario restringido para la atención en locales comerciales de 5:00 a. m. a 9:00 p. m. en consonancia con la restricción vehicular sanitaria; y aún sostiene limitaciones de aforo en espacios cerrados, que alcanzan máximos de hasta 75% en grandes hoteles y de hasta 25% en bares, por ejemplo.
Más allá de su efectividad para contener el virus de estas medidas, que pueden considerarse razonables según Arce, en su conjunto todavía desincentivan la contratación en algunos sectores comerciales.
Asimismo, las actividades relacionadas con el turismo todavía enfrentan su propio choque en la demanda de servicios, producto de un mercado internacional que aún no se recupera por factores como una menor operación de vuelos comerciales, temor de contagio por parte de los viajeros y restricciones muy estrictas de ingreso o salida que persisten en muchos países.
Según la coordinadora de la encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), María Luz Sanarrusia, las cifras generales de desempleo sí muestran una mejoría en relación con el peor momento de la pandemia (en el segundo trimestre del 2020 la tasa escaló a 24%), pero es “lenta”. “Hoy entre 48 y 49 personas de cada 100 en edad de trabajar están ocupadas, pero antes eran 55″, puntualizó.