Todo emprendimiento surge a partir de una decisión individual, pero no es un acto aislado pues depende de otros factores del entorno. Puede incluso ser impulsada por una necesidad personal.

Es el caso de Cosméticos Laita, fundada en 2003 por Laura Arce como un proyecto universitario en la carrera de Tecnología de Alimentos del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC).
Laura no encontraba un producto natural y eficaz para su cabello rizado. Frustrada por la falta de opciones en el mercado, creó un gel natural a base de linaza que más tarde se transformó en el primer producto de la marca. Posteriormente, se unieron su mamá y su hermana a este proyecto que hoy es familiar y está ubicado en San Pablo de Heredia.
En aquel año, Laita ganó la categoría de innovación en el quinto concurso nacional de emprendedores del TEC. El reconocimiento llamó la atención del programa Una Mano para Crecer de Walmart posteriormente, que les brindó capacitación y formación empresarial.
La cadena le brindó un espacio en las góndolas de los supermercados Walmart, Mas X Menos y Maxi Palí para su distribución.
Laita continuó desarrollando productos para el cuidado personal sin químicos dañinos.


En la actualidad el catálogo de la empresa abarca más de 30 productos, incluyendo artículos para el cuidado de la piel y manteniendo la linaza como su ingrediente estrella. Su meta es seguir creciendo de la mano de sus aliados comerciales, desarrollando productos naturales y efectivos para todo tipo de necesidades capilares y personales.
Para los emprendimientos, sin embargo, no es fácil lograr crecer en un país como Costa Rica, donde 11 de las 13 condiciones que deben impulsar al sector obtienen un valor medio inferior a 5 (de 10) y son calificadas como “menos que satisfactorias”, “pobres” o “muy pobre” y las otras dos apenas alcanzan la mención de “satisfactorias” o “suficiente”.
Así lo reveló el informe nacional sobre el emprendimiento en Costa Rica elaborado por el Global Entrepreneurship Monitor con la colaboración de la Universidad de Costa Rica, el Sistema de Banca para el Desarrollo y la Cámara de Industrias de Costa Rica.
Para su elaboración se encuestó a 2.000 personas adultas entre mayo y julio de 2024 y 2025.
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Rezago
El estudio indicó que, de 56 economías, Costa Rica ocupó la posición 43, entre las más rezagadas.
La infraestructura física y de servicios fueron las dos condiciones que obtuvieron calificaciones igual o superior a 5 de 10. Por debajo de ese mínimo quedaron: la educación emprendedora a nivel escolar, las políticas gubernamentales (prioridad y burocracia) y el financiamiento (acceso y suficiencia).
Sus recomendaciones se centran en incrementar la disponibilidad y simplificar el acceso a fondos -incluyendo capital de riesgo-, acelerar la formación de emprendedoras y en nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, incentivar la innovación y transferencia tecnológica, incrementar los programas para emprendedoras y simplificar trámites, entre otros. Nada que no se supiera.
El estudio reveló que el 5% de la población adulta está involucrada en iniciativas emprendedoras y tres cuartas partes de ellos tienen entre 25 y 54 años de edad.
En financiamiento, que en general obtuvo apenas 3,3 puntos, las dificultades son múltiples en existencia de medios de financiamiento, de fondos de familiares, amistades y colegas, de subvenciones públicas, de capital de riesgo e inversionistas ángeles, de capital propio, de microfinanciamiento y de oferta pública inicial.
Tampoco fue bien valorado el acceso al financiamiento: contratación de servicios de apoyo financiero, atracción de inversionistas o fondos, de deuda y para obtener capital inicial.
Las políticas gubernamentales, tanto de apoyo a emprendimientos como en impuestos y burocracia, fueron peor valoradas, con 3 puntos. La mala calificación se otorgó a la existencia de políticas, programas, iniciativas y acciones estatales:
—Para favorecer y dar prioridad a la creación y el crecimiento de empresas, a través de contratación pública, legislación, regulaciones, licencias e impuestos.
—Para que los emprendedores puedan registrar nuevas empresas y negocios a un costo razonable.
—Para realizar, en una semana, todos los trámites administrativos y legales (obtención de licencias y permisos) de creación de empresas y negocios.
—Para que los impuestos y tasas no se constituyan en barreras para la creación de nuevas empresas e impulsar su crecimiento, así como sean aplicados en forma coherente.
—Para que los trámites para obtener las licencias establecidas por las leyes locales a nuevas empresas y para su crecimiento no sean obstáculos.
También se valoró como insuficientes la disponibilidad de incubadoras, centros, programas, parques científicos y portales de información de iniciativas de apoyo a emprendimientos, así como su efectividad y las competencias de quienes laboran en ellos.
La educación emprendedora fue la peor valorada (apenas 2,6 puntos en promedio). Aquí resultaron deficitarias la estimulación de la creatividad, la autosuficiencia y la iniciativa personal en primaria y secundaria.
Fueron mal calificadas el aporte de principios de economía, estímulo de espíritu emprendedor y de creación de empresas en esos niveles de educación básica tanto como la preparación en educación vocacional, profesional y continua para emprender.
Lo único que resultó mejor calificado, aunque con menos de 6, fue la calidad y aporte de una preparación adecuada para iniciar y hacer crecer un negocio de la educación práctica en escuelas de negocios y administración.
Pese a obstáculos como los indicados, hay emprendimientos que realizan propuestas de valor innovadoras en atención de las necesidades de sus nichos de mercado.
Clínica El Bosque es una iniciativa que integra diversas especialidades médicas en el área de la salud de menores de edad enfocados en el cuidado de la vía respiratoria superior. Iniciaron con la atención de niños y niñas. Luego evolucionaron.
“Sus propias necesidades al crecer nos impulsaron a seguirles acompañando en su salud a lo largo de los años”, explicó la odontopediatra Adriana Vargas.
La propuesta, desarrollada durante un año y medio y ubicada en EcoPlaza, reúne a profesionales como la doctora Adriana Vega (otorrinolaringóloga pediátrica) y el doctor Eduardo Cordero (otorrinolaringólogo con práctica en pediatría). También hay pediatras, nutricionistas pediátricos y terapeutas de motricidad orofacial.
El modelo, según la Clínica, permite un manejo integral de la vía respiratoria superior, con la flexibilidad de sumar nuevas especialidades y alianzas estratégicas para ampliar el alcance de la atención. Cuenta con cuatro consultorios y combina tecnología, personalización y un ambiente inspirador para la comodidad y acompañamiento de cada paciente.
Inicialmente se invirtió $500.000, incluyendo el diseño de las instalaciones, que estuvo a cargo de la arquitecta Marcela Carranza y se concibió para ofrecer una experiencia acogedora y estimulante.
La Clínica abrió en este mes de agosto.

