Ya pasaron dos años desde la última vez que el país alcanzó su meta de inflación del 3%, la cual fue establecida por el Banco Central de Costa Rica (BCCR) en enero de 2016 y se ha incumplido desde 2022, con excepción del mes de abril de 2023. Más aún, la inflación general interanual acumula 23 meses por debajo del límite inferior del rango de tolerancia definido por la entidad y se mantuvo en un promedio de 1,2% durante el primer trimestre del 2025.¿Cuáles son las implicaciones para la economía costarricense?
Para responder esta pregunta, es importante recordar que el objetivo principal del BCCR es mantener la estabilidad de los precios, lo que implica procurar una inflación baja y estable.
Precisamente, la meta se establece como un mecanismo para controlar la inflación a partir de ese porcentaje, que constituye una expectativa. Esta estrategia de política monetaria es más utilizada en países donde el tipo de cambio es flexible, como Costa Rica, mientras que otros regímenes utilizan un tipo de cambio fijo para anclar las expectativas de inflación.
“En la medida en que la gente puede esperar que la inflación será algo parecido a lo que está en la meta del Banco Central, es más probable que esa meta se obtenga, porque las expectativas de inflación son un determinante importante de la inflación futura. Si la gente no cree en la meta o no hay una meta del todo, las expectativas no tienen un punto focal y así cuesta muchísimo reducir la inflación y mantenerla baja y estable”, explicó el economista Rodrigo Cubero, expresidente del BCCR.
En otras palabras, la credibilidad de dicha meta depende de su cumplimiento, por lo que un incumplimiento sistemático afecta las expectativas de inflación y dificulta encaminar los precios hacia el objetivo, generando un círculo vicioso. En el contexto actual, donde la inflación permanece por debajo de la meta, el riesgo es que las expectativas se orienten cada vez más a la baja.

Según el Informe de Política Monetaria (IPM), correspondiente a abril de 2025, se estima que la inflación general retornaría al rango de tolerancia alrededor de la meta en el primer trimestre del 2026. Este plazo es mayor del que se pronosticó en el último informe de enero, cuando se esperaba alcanzar la meta en este año. La convergencia con la meta se ha ido aplazando desde, por lo menos, el 2023.
El presidente del BCCR, Róger Madrigal, señaló que el contexto actual se caracteriza por una elevada incertidumbre sobre las medidas de proteccionismo comercial impulsadas por Estados Unidos y los efectos que los eventuales cambios en esas políticas tendrían sobre las variables macroeconómicas, entre ellas el crecimiento y la inflación global.
“Dada la integración de Costa Rica al resto del mundo, esa incertidumbre también afecta la economía del país, por lo que uno de los elementos a considerar en este momento es la conveniencia de anunciar un cambio o un compromiso para modificar la meta de inflación”, dijo el jerarca a El Financiero.
A pesar de ello, aseguró que ya se inició oficialmente la discusión con el fin de revisar los parámetros a partir de los cuales se define la meta de inflación.
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“El BCCR continuará con la discusión sobre el esquema monetario y el análisis del entorno local y externo, para que la Junta Directiva, a partir de la evaluación integral que realice, identifique, en el momento oportuno, las mejoras en el esquema monetario que deban implementarse en el corto y mediano plazo”, añadió.
¿Meta inalcanzable?
Tal como lo señala el economista José Luis Arce, existe una estrecha relación entre la inflación y las expectativas de los trabajadores, las empresas y demás agentes económicos de un país. Por ejemplo, si se piensa que los precios serán más altos en el futuro, los trabajadores procurarán aumentos salariales, mientras que las empresas intentarán vender más cara su producción, y este comportamiento conducirá efectivamente a precios más elevados.
Desde su perspectiva, es importante analizar factores externos e internos para explicar por qué la inflación se ha mantenido fuera de la meta del 3% en los últimos años.
Entre 2020 y 2021, la pandemia del Covid-19 provocó una baja en la inflación en todo el mundo, pero hacia 2022 se produjo una escalada inflacionaria como resultado de los estímulos de política fiscal y monetaria que se dieron después de la crisis sanitaria para que las economías salieran adelante.
Ese mismo año comenzó la invasión de Rusia a Ucrania, dos países exportadores de materias primas, lo que generó una fuerte alza en los precios y elevó aún más la inflación en Costa Rica. Cuando los precios de las materias primas se moderaron, la inflación en el país empezó a bajar hasta los niveles actuales.
“Hemos estado sujetos a choques externos que primero llevaron la inflación al alza, luego la llevaron rápidamente a la baja y, de hecho, la tornaron negativa. A esos factores externos se suman factores domésticos que han movido la inflación en una y otra dirección, como el movimiento de las tasas de política monetaria”, describió el expresidente del BCCR.
Cubero señaló que el Banco Central movió las tasas de política monetaria al alza para responder a la escalada inflacionaria postpandémica y eso generó una apreciación del colón con respecto al dólar, lo que a su vez contribuyó a reducir rápidamente la inflación.
Según Cubero, es imposible esperar que la inflación esté siempre apegada a la meta, ya que en ella inciden factores que el BCCR no controla directamente. Sin embargo, en su criterio, esta entidad debería ajustar su política monetaria para intentar que la inflación se mueva hacia la meta.
“Las proyecciones se ajustan conforme va saliendo nueva información, pero esa postergación de la entrada de la inflación proyectada al rango de tolerancia significa que la inflación está siendo mucho más persistente a la baja de lo que el Banco Central había estimado; es decir, la inflación ha tenido una inercia hacia la baja mucho más fuerte y eso implica que el Banco Central debería ajustar su Tasa de Política Monetaria. De hecho, aunque se ha venido normalizando la tasa de inflación y ya está en terreno positivo, recientemente volvimos a observar tasas de inflación mensual negativas, con lo cual realmente se complica que la inflación retorne al rango de tolerancia”, señaló.
En opinión de Cubero, el BCCR debería considerar fuertemente relajar más su política monetaria y atender el criterio emitido el pasado mes de febrero por el Fondo Monetario Internacional (FMI) al finalizar su última misión en el país.
En su informe, el organismo anotó que el enfoque prospectivo del Central ha demostrado su eficacia y que su régimen de objetivos de inflación funciona adecuadamente. No obstante, advirtió, “si la convergencia de la inflación hacia el objetivo del 3 por ciento se debilita en los próximos meses, el BCCR podría recortar aún más la tasa de política monetaria”.
Frente a las políticas arancelarias de Estados Unidos, que impactan a Costa Rica como al resto del mundo, representantes del sector exportador y del sector turismo han insistido en la necesidad de que el país modifique el tipo de cambio.
Para José Luis Arce, es primordial respetar la independencia del Banco Central y no esperar un cambio forzado en la política monetaria ni en la meta de inflación.
“Es falso que una política monetaria restrictiva haya generado una inflación negativa en Costa Rica; de hecho, la política monetaria no es restrictiva desde hace varios meses, y la caída en los precios ha estado asociada a un crecimiento de la demanda relativamente normal. El país tiene el crecimiento al que puede aspirar si no hace cambios estructurales. Sería irresponsable utilizar la política monetaria para aparentar un crecimiento de la economía por encima de lo que realmente puede crecer”, dijo Arce, director de la firma de asesoría FCS Capital.
Credibilidad y prudencia
Desde el año 2020, el Banco Central había anunciado que iniciaría la discusión sobre la revisión de la meta de inflación, pero se pausó debido a los efectos adversos de la pandemia sobre la economía. En 2024, la Junta Directiva de dicha entidad consideró que era un momento adecuado para retomar el proceso, dadas las condiciones macroeconómicas favorables.
Según Madrigal, la discusión se inició en febrero de este año con un seminario, en el cual se analizaron los requisitos para que el régimen de metas de inflación sea exitoso.
“De este seminario es relevante resaltar dos conclusiones. Primero, más allá de revisar el valor de la meta, es primordial revisar el esquema monetario de forma integral e identificar los cambios que permitan mejorar la transmisión de la política monetaria. Segundo, el que el Banco Central anuncie un proceso de revisión del régimen monetario, y de la meta en particular, no implica que el valor de la meta se modifique”, aclaró el presidente del BCCR.
Desde la perspectiva de Cubero, es razonable revisar la meta de inflación, pero no conviene bajarla en un contexto de alta incertidumbre como el que se ha generado con las políticas arancelarias de Estados Unidos, ya que es posible que surjan incrementos importantes en la inflación internacional.
“Tampoco conviene bajar la meta de inflación en un contexto donde la inflación ha estado sistemáticamente por debajo de la meta, porque parecería que el Banco Central está ajustando la meta para hacerla calzar con la realidad, y eso terminaría debilitando su credibilidad, que es lo más importante”, destacó.

En su criterio, la credibilidad del BCCR se ve afectada por el incumplimiento de la meta, ya sea al alza o a la baja, pero la afectación posiblemente es mayor cuando la inflación está por encima de la meta.
“Al menos cuando la inflación está sistemáticamente por debajo, el público puede creer que el Banco Central está comprometido con una inflación baja y eso ayuda a que la inflación se mantenga baja. El problema es que una deflación o una inflación sistemáticamente muy baja también tiene consecuencias”, dijo.
Una inflación que permanece negativa —o inferior a la meta— por mucho tiempo puede hacer que las personas tiendan a posponer el consumo, de modo que se reduce la venta de bienes y servicios, se produce menos, el Estado recauda menos y, por ende, se empieza a crecer menos.
Mientras la discusión avanza, Madrigal aseguró que el BCCR mantendrá el compromiso con una inflación baja y estable con la meta del 3%, lo que llevará a hacer los ajustes en la Tasa de Política Monetaria en el momento que sea necesario.
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En materia cambiaria, coherente con el régimen cambiario de flotación administrada vigente desde febrero del 2015, dijo que “el tipo de cambio es el resultado de las fuerzas de la oferta y la demanda de divisas, por lo que no existe compromiso alguno del Banco Central con una trayectoria o con un nivel para el tipo de cambio”. De hecho, indicó, la flexibilidad cambiaria contribuye a la adaptación de la economía ante los choques externos.
“El Banco Central coincide en que, en la actual coyuntura internacional, caracterizada por una alta incertidumbre asociada a las medidas arancelarias anunciadas por los Estados Unidos de América y, especialmente, a los cambios frecuentes en dichas medidas, es fundamental aplicar medidas que contribuyan a preservar la estabilidad macroeconómica y reduzcan el impacto de la política arancelaria estadounidense sobre el crecimiento económico, la generación de empleo y, en general, en el bienestar de la población”, concluyó el jerarca.