Pasada la Semana Santa se inicia un nuevo ciclo político marcado por el trámite del proyecto de empleo público, las elecciones al directorio legislativo y el inicio de las elecciones internas de los partidos. La interacción entre los tres procesos será intensa y hará difícil el avance del primero, a pesar que pareciera tener los votos para su aprobación.
Hasta hace poco la narrativa centrada en el déficit y en el salario público había sido dominante, pero han surgido otras narrativas. Independencia de poderes, autonomía universitaria y municipal rivalizan con su hegemonía.
El procedimiento reglamentario, reiteración de mociones en el plenario, ha ralentizado el curso del proyecto y la ruptura del quorum augura futuros obstáculos.
Se acerca la elección del directorio legislativo y las energías se reorientarán, lo que podría afectar las frágiles alianzas forjadas para expeditar el proyecto, los desacuerdos y resentimientos podrían salpicar la ruta.
El presidente legislativo aceleró el expediente con la fusión de mociones, la Sala IV ha considerado legítimo este recurso, pero podría también decidir que, en su singularidad, algunas de estas fusiones no son constitucionales.
Luego de la elección del Directorio, los diputados pasarían a negociar la integración de las comisiones y a participar en las primarias, ambas potenciales amenazas para la tenue coalición favorable al empleo público.
La oposición extraparlamentaria, todavía no reflejada en grandes manifestaciones, es constante, se ve en redes y en la actividad de actores universitarios, sindicales y municipales.
El protagonismo mediático de este plan se desgasta ante el interés por temas como el directorio y primarias.
Los obstáculos son variados, la victoria no está a la vuelta de la esquina. La posible aprobación en primer debate irá a la Sala IV, cuya decisión es incierta.
La meta gubernamental del mes de junio es todavía lejana e insegura.