Opinión

Editorial: la esperanza de la IA, con sus luces y sombras

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La noche del 9 agosto de 1884, la ciudad de San José vivió un hecho histórico. Por primera vez, bombillas iluminaron algunas calles de nuestra capital gracias a la electricidad. Testigos de un milagro tecnológico, nuestros abuelos no podían dimensionar el cambio que se estaba desencadenando: un futuro de industrias, comunicaciones globales, medicina avanzada y hogares completamente transformados. La electricidad dejó de ser una curiosidad para convertirse en el sistema nervioso de la civilización moderna.








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