La próxima Administración tendrá que enfrentar el reto de reactivar el crecimiento económico del país. El año pasado la economía costarricense se desaceleró y la proyección oficial para este año apunta a un crecimiento menor al 4 %.
La desaceleración económica observada no se ha originado en un mal desempeño de las exportaciones. Por el contrario, las exportaciones han sido un factor de dinamismo en la producción del país.
Más bien la clave del raquitismo en el crecimiento se origina en la desaceleración de la demanda interna; específicamente, en el consumo e inversión local. A su vez, este comportamiento está condicionado por el estrujamiento que ejerce el financiamiento del déficit fiscal sobre los hogares y empresas de Costa Rica.
La primera acción importante para recuperar el crecimiento de la producción en el mediano plazo será la corrección del déficit fiscal.
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En las últimas semanas en la Asamblea Legislativa se ha progresado en la discusión para aprobar un proyecto de ley que pretende aumentar los ingresos y contener el crecimiento del gasto.
Los dos candidatos —con mayor o menor entusiasmo— han terminado apoyando este proceso legislativo. Esto ha envidado una señal positiva y esperamos con optimismo cauteloso que este proceso legislativo llegue a buen puerto.
Si bien es cierto que un relativo equilibrio fiscal es una condición necesaria para promover el crecimiento, también es cierto que no es una condición suficiente. Es importante la existencia de políticas públicas para promover el crecimiento de la economía y que este crecimiento se “derrame” en la generación de empleo.
¿Propuestas realistas?
En nuestra edición de esta semana presentamos un reportaje de las propuestas de los dos candidatos a la Presidencia en materia de crecimiento económico. En este editorial queremos comentar sobre el realismo de estas propuestas.
En general, las propuestas de ambos aspirantes no tienen mucha novedad. Son planteamientos que ya han circulado en los medios políticos y académicos del país; la mayoría de ellos, por lo menos en apariencia, no suscitan oposición.
En algunos casos son propuestas que ya se han planteado dentro de los programas de partidos políticos que han llegado al poder y no las han ejecutado. Por ejemplo, desde hace mucho tiempo escuchamos ideas para establecer encadenamientos productivos más profundos, para simplificar y mejorar la tramitomanía o para construir tal o cual lista de obras de infraestructura.
Sin embargo, ¿por qué estas iniciativas no se llevan a la realidad? Lamentablemente, los planes presentados en campaña electoral son una lista de buenos deseos. Se parecen más a una “carta al Niño”. No son proyectos para su ejecución. En general, son “ideas” que no tienen estudios previos y no tienen análisis de viabilidad técnica, financiera e institucional.
Una limitación muy fuerte para pasar de las “ideas” de la campaña a “proyectos ejecutables” en el gobierno está en las restricciones institucionales existentes en el sector público, especialmente en el Gobierno Central.
¿Quién se hará cargo?
Por ejemplo, los candidatos han planteado el uso del mecanismo de concesión de obra pública. Estamos muy de acuerdo con el uso de esta posibilidad. Nos alegra que uno de los candidatos que era reticente ante las concesiones de obra pública, ahora las acepte plenamente.
Sin embargo, ¿cuál será la oficina en el Gobierno que se encargará de realizar concesiones de obra pública? Formalmente, existe ese despacho, pero en la realidad no tiene ninguna capacidad para actuar con eficiencia en un proceso de concesión de obra pública.
En general, nuestra institucionalidad ha dado pruebas reiteradas de su incapacidad para la construcción de obra pública. En nuestro país hasta construir un puente peatonal se convierte en toda una odisea. Por esta razón, nos preocupa que los candidatos presidenciales actuales apuesten, igualmente como los candidatos del pasado, en obras de infraestructura sin saber cómo se podrán construir.
En las propuestas de ambos políticos también aparece el impulso de los encadenamientos de las pequeñas empresas locales con empresas exportadoras. ¿Quién hará esto? ¿El MAG, el CNP y el MEIC?
Hasta las personas más optimistas nos dirían que en estas instituciones no hay ni experiencia, ni capacidad para ejecutar encadenamientos productivos. Podríamos citar una larga lista de ejemplos sobre la incapacidad institucional para ejecutar las “ideas” de campaña.
Sin embargo, tampoco queremos ser totalmente pesimistas y negar la posibilidad de realizar políticas públicas para promover el crecimiento, lo que queremos señalar es la necesidad de pensar el “cómo” se ejecutarán, cuáles son las limitaciones existentes y cómo se debe trabajar para superarlas.