La relación política y religión es compleja, tiene múltiples dimensiones y genera conflictos. Ambas se influencian mutuamente y su interacción gira entre estados confesionales o teocráticos y estados laicos que promueven la separación de las iglesias y el estado.
La libertad de cultos, la no discriminación por razón de creencias, y los valores sobre la convivencia son parte de esta complejidad. Las distintas religiones procuran, desde sus marcos éticos, incidir sobre las normas jurídicas, en torno a temas como la familia, la sexualidad o la justicia social. En el fondo se trata de acciones que buscan transformar las moralidades en ley.
Algunos grupos utilizan la política creando partidos confesionales, otros se amparan a la confesionalidad del estado. Las teocracias islámicas no establecen diferencia entre la ley secular y la ley religiosa (Sharia) .
En la civilización occidental, en general, los estados optan por la separación del estado y la iglesia (laicidad), pero reconocen la libertad de culto como un derecho fundamental que no debe interferir con los principios democráticos, ni con la organización del aparato estatal.
Ante las elecciones que se acercan debemos estar atentos para que no se politice la religión. Como lo ha escrito recientemente un sacerdote: “La fe transforma a la persona para renovar la sociedad desde sus cimientos, mientras la política ordena la convivencia y gestiona el poder. Cuando una se subordina a la otra, ambas se desfiguran: la religión se convierte en propaganda y la política en moralismo”.
Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mateo 22:21), el apóstol establece la necesaria distinción entre las responsabilidades cívicas y las responsabilidades religiosas. Un equilibrio entre la vida secular y la fe.

Según algunas encuestas los evangélicos representan el 30% de los electores y los católicos un 50%, algunos políticos tratan de aprovecharse de esas diferencias e instrumentalizan políticas públicas al servicio de valores religiosos.
Aunque nuestro estado sea confesional y existan partidos confesionales, debemos seguir practicando la laicidad para garantizar una convivencia respetuosa y armoniosa entre los diferentes.
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Constantino Urcuyo Fournier es abogado y doctor en Sociología Política de la Universidad de París. Catedrático de la Universidad de Costa Rica, exdiputado y director académico del Ciapa. Profesor visitante en las universidades de Tulane y Salamanca. También es consultor internacional y nacional para diversas empresas.