El pasado miércoles, un asteroide del tamaño del Peñón de Gibraltar, pasó a una distancia de solo 4,6 veces la que hay de aquí a la Luna. Desde el 2004, no se acercaba uno tan grande a la Tierra.
Por suerte y según la NASA no había posibilidad de impacto. Esta última década también ha sido muy interesante para el avance de tecnologías que nos permitirían acercarnos aún más al espacio en áreas como viajes o exploraciones y satélites.
El avance de la tecnología y capacidad inventiva de los científicos y emprendedores han permitido una proliferación de proyectos y empresas en nuevas áreas: minería espacial, energía solar, lanzamiento sin cohetes y manufactura espacial, entre otros.
La participación de Costa Rica en esta industria y oportunidades es cada vez más evidente.
Existen varios costarricenses que trabajaron o están actualmente trabajando en alguna dimensión empresarial, académica, científica o tecnológica relacionada con el espacio: Andrés Mora, Melania Guerra, Sofía Ramírez, Marco Gómez y todo el equipo del proyecto Irazú; Laura Barillas, Saunon Malekshahi, Daniel Rozen, Wilhelm E. Steinvorth, Jonathan Kolbeck, Bruno Miller, y por supuesto acompañados de luminarias como Sandra Cauffman y Franklin Chang Díaz.
En 2016 se organizó en Costa Rica un taller de tecnología espacial por una oficina de Naciones Unidas, el cual atrajo a muchos representantes de agencias espaciales internacionales, así como representantes de startups en el sector o empresas consolidadas como SpaceX.
Al igual que se nos acercó ese último asteroide, la oportunidad de crear una nueva constelación de empresas y proyectos con impacto en la industria aeroespacial desde Costa Rica está más cerca. Existen organizaciones con interés para que suceda, así como costarricenses ubicados en las mejores entidades vinculadas con el espacio.
Más que mirar hacia las estrellas, puede que en unos años vayamos a ver un sector más consolidado y con resultados reales de beneficio para el país en muchas dimensiones.