Este fin de semana realicé un recorrido más largo que el usual entre semana, lo que los corredores llamamos “fondo”. En el camino me encontré con un amigo que perdió el empleo hace unos meses. Me detuve y le pregunté cómo le iba. “Está difícil”, me respondió.
A nivel local, sabemos que la ocupación disminuyó debido a las personas que renunciaron a buscar empleos y se cansaron de dar vueltas sin éxito.
No es lo único que está ocurriendo. También hay empresas instaladas en el país que recortan puestos por el impacto de las medidas de Trump, por temores a esos impactos o porque encuentran menores costos en otros países de América Latina (como Pfizer en Colombia), Asia (Malasia) e incluso África (Egipto).
Si hago memoria, alrededor encuentro fácilmente casi una decena de personas en esta situación.
Los recortes de empleo también se dan en mercados que no pasan por ninguna recesión, en empresas que reportan muy altas ganancias y hasta alcanzan un mayor valor de mercado.
Las empresas están reconociendo que mucho de ello tiene que ver con el impacto de la inteligencia artificial (IA).
Para las personas con experiencia, como mi amigo, y para otras amistades y familiares jóvenes en una situación similar, las perspectivas tienen tonos oscuros.
Toda esta situación está causando varias tendencias laborales que fueron señaladas en artículos separados por el diario The Wall Street Journal para el caso de Estados Unidos y que también se visualizan a nivel local si damos un rápido vistazo.
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Bienestar, no dejadez
La primera tendencia tiene que ver con las bajas expectativas del talento más joven con el empleo en las empresas.
Con las mayores dificultades para hallar empleo y las empresas despidiendo pese a su bonanza, ¿quién quiere ponerse la camiseta de la empresa?
Ya antes, las firmas especialistas y las personas encargadas de los departamentos de talento, capital y recursos humanos señalaron varios comportamientos de las nuevas generaciones que llamaban la atención de los reclutadores.
Por ejemplo: jóvenes contratados que no se presentan el primer día de trabajo (ghosting), cambios frecuentes de empleo, dificultad para tolerar la crítica o recibir retroalimentación (baja resiliencia emocional), ausentismo frecuente, descuido de responsabilidades, falta de esfuerzo o desmotivación laboral.
Son comunes las anécdotas de jóvenes que anuncian que el día de inducción o de inicio de su trabajo no se presentarán porque salen de viaje y que lo harán a su regreso.
Tales conductas reflejan diferencias generacionales y culturales en la forma de entender el trabajo y el compromiso, lo que supone retos para las organizaciones.
Son una manifestación de la priorización que los jóvenes dan al bienestar personal y de cómo se mantienen más independientes de sus empleadores que los trabajadores de mayor edad. (Y, por cierto, nos contagian con su ejemplo a los mayores.)
“Las empresas reducen las contrataciones o recortan puestos de trabajo y algunas advierten a los candidatos sobre largas jornadas y escasa flexibilidad laboral”, advierte el Journal. “Al mismo tiempo, para algunos miembros de la Generación Z, los recientes despidos reforzaron la creencia de que la lealtad a un empleador no será correspondida”.
Y tienen razón.
Tácticas ante el descarte inmediato
La segunda tendencia es que las personas con experiencia (y cierta edad) son consideradas como “sobrecalificadas” y son ignoradas cuando presentan sus curriculums y atestados para las vacantes que les aparecen.
“La parte media de la fuerza laboral estadounidense se encuentra en una situación precaria”, dice el Journal. “Sin la suficiente experiencia para puestos de alta dirección, pero con un coste excesivo (y un precio elevado) para los puestos operativos que la IA no ha reemplazado, muchos profesionales de mediana edad se encuentran de repente en tierra de nadie”.
Si en un puesto se requiere de 10 a 15 años de experiencia, los profesionales con 25 años de trayectoria no necesariamente se consideran candidatos con mejores perspectivas. A menudo se les ve como solicitantes que pedirán un salario excesivo y se marcharán en cuanto encuentren oportunidades acordes a su extensa trayectoria.
Es una situación que en Costa Rica se comenta mucho en LinkedIn: la discriminación hacia personas de 40 o más años de edad.
Las personas en esta situación descubren que restarle importancia a su experiencia puede ayudarles a conseguir trabajo. Para reducir las probabilidades de ser descartado de inmediato, los solicitantes envían currículos que cumplan los requisitos, pero sin excederse. Omitir los años de graduación de la sección de educación del currículo es otra forma de disimular la duración de la trayectoria profesional.
La justificación de los reclutadores y responsables de contratación, sin embargo, no es muy convincente: alegan que buscan profundidad, no extensión, en los currículos de las personas candidatas.
Para los profesionales y trabajadores con experiencia la presión laboral aumenta; para los jóvenes, que piensan en su futuro, las perspectivas se les aparecen como sombrías.
Eliminación estilo IA
Hemos pasado varios años escuchando que la IA no elimina trabajos, que crea otros avanzados y que hace que la fuerza laboral se mueva hacia los nuevos empleos.
Pero las recientes noticias de recortes de planillas confirman los estudios de hace más de una década y de diferentes entidades (como el Foro Económico Mundial) sobre el impacto de la IA en el mercado laboral.
“¿La IA está a punto de quitarte el trabajo?”, dijo en estas semanas el Journal. “Sin duda, esa fue la sensación esta semana, tras una serie de despidos en algunas de las mayores empresas del país (EE. UU.). Los empresarios estadounidenses están reconociendo abiertamente que la IA conlleva recortes de empleo”.
Firmas como Amazon, UPS, Target y Meta anunciaron despidos en las últimas semanas, recuerda el Journal. Antes, también lo hizo Microsoft. Muchos de los recortes se enfocan en puestos intermedios y de oficina a medida que se adopta la IA, a pesar de que los resultados en productividad todavía no son satisfactorios.
“La ola de despidos se debe, en parte, a la adopción de la IA por parte de las empresas”, explica el Journal. Se suman la incertidumbre política, el aumento de los costos y la presión de los inversores sobre la alta dirección para que trabaje de forma más eficiente con menos empleados.
Incluso el trabajo en el sector tecnológico, antes seguro, ahora está en peligro. Las firmas de software reconocen que ponen en producción nuevas aplicaciones en menos tiempo y con menos recursos gracias a la IA. Y para las empresas de diferentes sectores, incluidas las tecnológicas, es cada vez más relevante ser eficientes, productivas y ágiles.
“Es cierto que las empresas se enfrentan a todo tipo de presiones”, sigue el Journal. “Pero sea cual sea la combinación de factores, la promesa de usar la IA para prescindir de tantos trabajadores resulta cada vez más atractiva”.
La advertencia habitual en la actualidad es la siguiente: si un bot no te reemplaza, lo hará un humano que aproveche mejor la IA. Ser un usuario avanzado, sacar el máximo provecho de las nuevas tecnologías e impulsar la productividad impresiona a los jefes. Y son destrezas que pueden adquirir los trabajadores comunes.
Pero los avances de robots en los almacenes de Amazon podrían apuntar a un futuro más complejo donde esas competencias en IA no serán suficientes y deberán ampliarse.
