El problema no son las pymes, sino lo que está a su alrededor
Las empresas que nacen informales no son para nada malas. Lo que debemos hacer es acelerar su proceso de crecimiento para que den el paso a la formalidad
Luego de leer “otro diagnóstico” de las pymes en América Latina, la conclusión es la misma; aumentar la productividad, promover la formalización. Si bien es cierto, las pymes han sido examinadas desde muchas perspectivas, y diagnosticadas desde los más diversos ángulos (incluyendo el mío y las condiciones del entorno), todavía seguimos proponiendo la misma receta. Trabajo el tema desde hace más de 20 años y las cosas para las pymes no han cambiado casi nada. Aunque ahora han nacido muchas más, también han desaparecido un poco menos del 80% de las que nacieron.
El problema está en el entorno; nada ha cambiado. Sigue siendo hostil al crecimiento de las empresas. Y lo es porque parte de una premisa falsa; toda empresa informal es mala. Las empresas que nacen informales no son para nada malas. Lo que debemos hacer es acelerar su proceso de crecimiento para que den el paso a la formalidad. Pero pensar en que lo primero que deben hacer es formalizarse, es –por decirlo de forma simple- una tontería.
Del 100% de las empresas, al menos el 80% nace con menos de cinco trabajadores. Si en uno o dos años no han sido capaces de crecer como para generar una masa crítica de clientes, o si luego de ese tiempo no pueden pagar sus costos variables, ¿para qué formalizarse? Van a ser parte de esas empresas de subsistencia, a las que formalizar solo debería significar tenerlas en una estadística para saber que hacen y cuanto empleo generan. Ellas no van a cambiar el panorama fiscal de ningún país (ni aportar gran cosa a ese cambio).
A menos que podamos trabajar una política de aumento de productividad masivo para el 90% de las microempresas de la economía, debemos estar dispuestos a reconocer que un grupo muy grande de ellas se mantendrán como microempresas.
Pero si luego de 5-10 años siguen siendo informales, ahí tenemos un problema.
Hay muchos culpables. Uno de ellos es el Estado.
-Le ha hecho creer a la gente que todos pueden ser empresarios, y no es cierto.
-La mala administración de los recursos hace que los pocos disponibles, estén duplicados en cosas que no sirven, y no estén disponibles para lo que se necesita.
Otro es el sector privado; que cree que todo debe venir del Estado, y gratis.
-El capital semilla / ángel lo debe poner el sector privado.
-Las empresas siempre buscan inversiones atractivas; ¿porque en vez de especular con los fondos, no lo hacen en empresas y arriesgan?
El tercer sector (entre ONGs, la cooperación, academia, etc.)
-No hay solución única al tema de las pymes, son muchas y están asociadas a su entorno, know how, idiosincrasia y nivel de desarrollo relativo, entre otros.
-La replicabilidad de las experiencias es “muy” relativa; no es posible duplicar los entornos.
El gran problema de las pymes es no tener una personalidad propia y dejarse llevar por lo que les ha ofrecido el Estado, el Sector Privado o el Tercer Sector. La única forma de hacer su propio camino es decidiendo que deben recorrerlo.
Los que quieren un Silicon Valley, mejor les sugiero que se vayan a vivir a Palo Alto, o a Menlo Park. Hagamos nuestros propios complejos emprendedores: pueden ser dinámicos o estáticos (o de un dinamismo más bajo); más o menos tecnológicos. Si hay empresas con grandes aspiraciones, quizás su liga no esté aquí, y eso no debería ser un problema. No por tener 20 estudiantes brillantes, voy a traer al MIT, Harvard o Stanford, creo que es más práctico que se vayan allá.
Empresas y emprendedores siempre van a existir, y vas a ser más o menos exitosos. Pero para que se den más empresas, simplemente no hay que hacerles tanto lío. Regalarles todo solo va a generar empresas con muletas, si creemos en el mercado, dejemos que haga lo suyo.
Emilio Zevallos V., autor del blog "Pymescopio" de El Financiero, es consultor internacional e investigador especialista en nuevos emprendimientos, así como en micro, pequeñas y medianas empresas de América Latina.
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