El presidente Rodrigo Chaves insiste en un mismo mensaje de cara a las elecciones de 2026: que Costa Rica debería de elegir a 40 o 45 diputados capaces de resolver los problemas “tan profundos” del país y, aunque no ha dicho por cuál partido específico votar, sí ha dejado claro que quisiera ver “muchas Pilares Cisneros” y “muchas Adas Acuñas”, en alusión a las legisladoras de su tendencia.
Alcanzar esa cantidad de diputaciones le permitiría a cualquier gobierno actuar como una aplanadora política, sin tener que llegar a grandes consensos con otras formaciones.
Con 38 diputados —las dos terceras partes del Congreso— cualquier agrupación tendría mayoría calificada en el parlamento, y eso le sería suficiente para aprobar las leyes más complejas, destituir altos funcionarios de otros Poderes de la República o hasta impulsar reformas constitucionales.
Lo que empezó como un planteamiento presidencial se transformó más tarde en una meta política para el chavismo. Así lo ha expresado Laura Fernández, exministra de la Presidencia y hoy candidata presidencial por el Partido Pueblo Soberano (PPSO), que se presenta como la agrupación heredera de la actual administración.
Ninguna fuerza política en la historia de Costa Rica ha logrado obtener más de 33 diputaciones en unas elecciones legislativas. Sin embargo, el oficialismo confía en que podría ser el primero, gracias a la alta popularidad del presidente Chaves.
¿Es factible que el sueño oficialista de una megamayoría legislativa?

Posible, pero poco probable
La meta de conseguir 40 o 45 diputados es posible en términos matemáticos, pero también es poco probable por al menos tres factores sociopolíticos:
—El votante costarricense fragmenta cada vez más el voto
El votante costarricense ha adoptado una tendencia clara a dividir el voto legislativo en la última década. En otras palabras, la población vota por múltiples partidos.
De hecho, ningún partido político ha logrado conseguir más de 18 diputaciones en los últimos tres períodos y solo el PLN logró superar la barrera de los 20 escaños en los períodos 2006-2010 y 2010-2014.
Laura Chinchilla y Óscar Arias ganaron esas elecciones en primera ronda y con más de un 40% de los votos y, aún así, solo lograron 25 y 24 diputaciones, respectivamente.
—El sistema de elección en Costa Rica propicia que se reparta el poder
El sistema de votación para diputaciones en Costa Rica, por otra parte, beneficia la repartición del poder. Primero se calcula cuántos votos válidos equivalen a cada diputación, en cada provincia, y luego se reparten las sillas entre los partidos que superan esa barrera.
En un contexto multipartidista como el actual, esto implica que haya más manos para la misma cantidad de porciones del pastel.
Carolina Ovares Sánchez, profesora de la Escuela de Ciencias Políticas e investigadora del Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo (CIOD) de la UCR, explicó que la coexistencia de tantos partidos “diluye” los resultados y eso, a su vez, provoca que “la cantidad de votos necesarios para alcanzar una curul sea baja y más accesible para partidos minoritarios, de nicho o que tienen poco respaldo”.
El número de partidos políticos representados en el Congreso ha oscilado entre las cinco y las nueve agrupaciones desde 2002.
LEA MÁS: ¿Votantes jóvenes, votantes ‘progres’? El gran estereotipo que los datos desafían en Costa Rica

—No se proyecta una megavictoria oficialista
Por último, los partidos que han tenido participaciones más grandes en la Asamblea Legislativa desde la fundación de la Segunda República, en 1949, siempre han sido los que lograron ganar las elecciones presidenciales por un margen más amplio.
Solo partidos políticos que han ganado la Presidencia con más del 50% de los votos han conseguido mayoría simple en el Congreso (29 o más diputaciones), y ninguno ha conseguido la meta de los 40 congresistas.
Esa situación contrasta con las estimaciones actuales de respaldo en favor del PPSO y de su candidata, Laura Fernández.
El Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) estimó en su última encuesta de opinión política, publicada este 10 de septiembre, que el presidente Rodrigo Chaves mantiene una valoración positiva por parte de 52% de la población. Sin embargo, solo un 12% de la población dice apoyar a Laura Fernández.
Además, cuando se consultó a la población por cuál partido votaría específicamente en las elecciones legislativas, solo un 7% mencionó al PPSO y un 70% dijo que todavía no sabía.
También está el factor de dispersión. El Partido Progreso Social Democrático (PPSD), el que llevó a Chaves a Zapote, ya no es el elegido por el chavismo. Sin embargo, dicha agrupación estará en la papeleta del 2026 con su propia aspirante a la presidencia y su lista de candidatos a diputados. Esto podría generar confusión en quienes quieran la continuidad del oficialismo y, por ende, podría quitarle votos potenciales al PPSO.
De hecho, ya se notan algunos síntomas de esa posible confusión: un 5% de los encuestados por el CIEP dijeron que votarían por las diputaciones del PPSD, a pesar de que solo un 1% dijo que votaría por la candidata presidencial de dicho partido, Luz Mary Alpízar.
Conforme avance la campaña se tendrá más claridad alrededor del peso que tendrá la dispersión del chavismo en su búsqueda por cazar diputaciones.
Nunca en la historia
La complejidad de alcanzar 40 o más curules también queda clara cuando se revisan los datos históricos.
Solo el gobierno de José Figueres Ferrer tuvo mayoría calificada (30 de 45 diputaciones), entre 1953 y 1958, desde la fundación de la Segunda República; y ningún partido político alcanzó 40 o más diputaciones desde 1962, cuando el Congreso tuvo por primera vez una composición de 57 legisladores.
La meta de las 40 diputaciones ni siquiera se logró superar en tiempos del bipartidismo, cuando la oferta electoral era menor. En aquel entonces fueron comunes las victorias de los partidos tradicionales con el 50% o más de los votos en las elecciones presidenciales, pero esos niveles de votación apenas se correspondieron con representaciones de entre 27 y 33 legisladores hasta 2002.
A partir de ese año, el multipartidismo llegó para quedarse y se trasladó también con mayor fuerza hacia el Congreso.
LEA MÁS: El chavismo se enfrentará a su propia dispersión en las elecciones del 2026
La meta de los 40 diputados ni siquiera la consiguió el PLN en 1982, a pesar de que aquella campaña electoral se recuerda como la paliza electoral más grande de la historia reciente en Costa Rica. Luis Alberto Monge barrió con el 58,8% de los votos; pero los liberacionistas solo consiguieron 33 escaños (un 58% del total).
Para Ronald Alfaro, politólogo del CIEP-UCR, esa es una buena referencia para comprender la complejidad del reto. Monge no logró una megamayoría parlamentaria, a pesar de su clara victoria posterior a la crisis de la deuda que se disparó en el gobierno de Rodrigo Carazo.
El politólogo Gustavo Araya también puso como ejemplo la campaña de 2010. Esa fue la última vez que un partido político ganó las elecciones presidenciales en primera ronda y con una cifra cercana al 50% de los votos, ya en tiempos del multipartidismo. En aquella ocasión, la expresidenta Laura Chinchilla resultó electa con el 46,9% de los votos, pero los liberacionistas se dejaron solo 24 sillas en el Congreso (un 42% del total).
Según Alfaro, solo un movimiento político aplastante podría alcanzar 40 o más diputaciones y eso, al menos por ahora, no se está viendo. “Para lograr eso uno realmente tendría que ganar por muchísimo margen y no solo en unos lugares. Tendría que ganar por muchísimo y en todo el país”, puntualizó.

Antecedente chavista
Otro antecedente no menos importante es el del propio chavismo.
El Partido Progreso Social Democrático (PPSD), la agrupación que llevó al presidente Rodrigo Chaves a la Presidencia en 2022, apenas logró obtener 10 diputaciones en las elecciones de 2022, a pesar de que su lista en San José la encabezó una persona altamente reconocida a nivel nacional: la periodista Pilar Cisneros.
Cisneros fue crucial para dar notoriedad al Partido, a sus candidaturas para diputaciones y hasta al entonces candidato Chaves.
En esta ocasión, el PPSD no tiene una figura igual de popular en sus listas. El presidente Rodrigo Chaves reconoció recientemente que meditó renunciar para aspirar por una diputación; sin embargo, dijo que desistió luego de analizarlo en profundidad.
Finalmente, las listas del PPSO por San José, Alajuela, Heredia y Cartago las encabezaron el exministro de Hacienda, Nogui Acosta; el abogado del presidente, José Miguel Villalobos; la expresidenta de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Marta Esquivel; y la exdelegada de la campaña del expresidente José María Figueres, Cindy Blanco, respectivamente.
¿Para qué tantos diputados?
En el PPSO todavía no ha presentado un plan específico sobre qué haría o cómo utilizaría una supermayoría en el Congreso.
Hasta el momento, apenas han mencionado algunas ideas; por ejemplo, la posibilidad de aprobar la reelección presidencial consecutiva, solo por un período.
Sin embargo, la principal vocera del oficialismo en la actual Asamblea Legislativa, Pilar Cisneros, había dado algunas declaraciones sobre el tema en diciembre pasado.
Cisneros dijo en una entrevista con elmundo.cr que el oficialismo podría usar 40 diputaciones para “sacar” a la Sala Constitucional, al Poder Judicial y al Ministerio Público de la Corte, “ordenar” el financiamiento de las universidades públicas y “hacer una verdadera reforma del Estado”.
La diputada oficialista se ha desligado del PPSO en las últimas semanas y ha declarado que no es parte de la agrupación formalmente; pero también dice apoyar la candidatura de Laura Fernández como continuidad del gobierno de Chaves e incluso fue la encargada de presentar la PPSO como el nuevo “vehículo” electoral del chavismo para las próximas elecciones.
Entonces, aseguró que si la agrupación logra las 40 diputaciones dará como resultado un “nuevo país”.
La meta de las 40 diputaciones, sin embargo, parece demasiado ambiciosa. Casi imposible.