Los colegios públicos, aunque no todos, experimentan un gran rezago en sus indicadores de desempeño frente a los colegios privados. En los exámenes de admisión a la Universidad de Costa Rica (UCR) y el Instituto Tecnológico Costarricense (TEC), los estudiantes de centros financiados con fondos públicos obtuvieron hasta 90 puntos menos, en promedio, que los alumnos de centros no estatales.
Según el investigador del Programa Estado de la Nación (PEN), Dagoberto Murillo, la situación responde a múltiples factores; pero la mayoría de ellos se relacionan con el dinero, la inversión y la planificación (o falta de planificación) del Estado.
“Hay que entender que estos resultados generalmente están muy ligados al tema socioeconómico”, subrayó.
EF conversó con Murillo para entender cuáles condiciones explican el rezago de desempeño entre estudiantes de colegios públicos (que acogen a nueve de cada 10 alumnos en Costa Rica) frente a los de centros privados.
Los estudiantes de colegios privados le sacan hasta 90 puntos a los de colegios públicos, en promedio, en las pruebas de admisión a la UCR. ¿Qué nos dice ese dato?
Cuando uno empieza a analizar temas de rendimiento, hay que entender que estos resultados generalmente están muy ligados al tema socioeconómico.
Cuando uno contrasta las diferencias de rendimiento con variables como el tema de los ingresos del hogar, la educación de los padres, el apoyo que experimenta el alumno o las expectativas que tiene sobre educación, se observa que las brechas empiezan a disminuir si se contemplan esos factores.
Si uno empieza a analizar algunas variables como la condición económica, se da cuenta que una tercera parte de las personas que asisten a la educación pública, de 5 a 18 años de edad, tiene condiciones de pobreza. Y el 90% de la población de secundaria va a centros públicos.
Los alumnados de centros públicos y privados son distintos y por eso las condiciones que enfrentan son distintas.
Los perfiles socioeconómicos y las condiciones, cuando comparamos al sector público con el privado, son bien distintas.
Cuando controlamos por ese conjunto de variables, esas brechas tienden a disminuir.
La oferta a nivel público también es bastante heterogénea. Uno tiene modalidades como colegios científicos, experimentales bilingües, secciones bilingües, colegios con bachillerato internacional; que son modalidades que apelan a una una oferta de calidad importante y están dentro del ámbito público. Pero también es cierto que estas modalidades coexisten con otras que atienden a poblaciones en zonas vulnerables como liceos rurales en los que, por ejemplo, solo se imparte biología y no química o física.
Esto pasa a pesar de que esas modalidades igualmente representan una oportunidad que antes no había para esas poblaciones.
Podría decirse que las diferencias de desempeño entre lo público y los privado son las mismas que se ven en otros campos, como cuando se analizan los datos entre estudiantes en zonas rurales y urbanas.
Al igual que existen estas mismas brechas entre público y privado, también uno puede encontrar brechas entre urbano y rural. Son brechas estructurales que en el tiempo algunas se han ido eh disminuyendo, pero que persisten.
La probabilidad de terminar la secundaria, por ejemplo, no es la misma si usted vive en una zona urbana o en una zona rural. No es la misma si sus padres tienen educación superior o si no llegaron a graduarse de primaria.
Entonces, ¿es erróneo pensar que la diferencia entre desempeños es una cuestión meramente de colegios?
No es tan cierto que la brecha sea solo porque es un colegio tal u otro tal. Hay que ver también la variabilidad que hay entre sectores. Es decir, hay colegios públicos muy buenos y otros a los que no les va tan bien, También hay colegios privados muy buenos y otros a los que no les va tan bien.
Es cierto, hay que reconocer que hay brechas a nivel de resultados entre públicos y privados. Pero a veces las las brechas entre mismos colegios públicos son mayores.
Cuando uno revisa los desempeños por institución ve que algunas pocas instituciones del sector público destacan incluso más que los colegios privados, pero son una minoría muy pequeña. ¿Evidencia eso que el Estado lo puede hacer mejor?, ¿es una evidencia de responsabilidad estatal?
El Estado tiene mucha responsabilidad. Aquí estamos hablando de las de oportunidades para la niñez y para la adolescencia; estamos hablando de sueños, de metas, de objetivos cumplidos. Se trata de la trayectoria de vida de la persona estudiante.
Imaginemos el caso de una chica o un chico viven en un hogar en el que sus padres tienen sexto año o menos. Esos padres tienen que salir a trabajar todos los días por un ingreso que de repente no es muy elevado y posiblemente eso les permite cubrir apenas la alimentación, la vivienda y tal vez ni siquiera eso. Entonces, si pensemos en el acceso a recursos como libros, Internet, tutorías... el único actor que puede hacer la diferencia para proveer eso es el centro educativo. El hogar hace un esfuerzo muy alto, pero no puede con todo.
Si somos un país que tiene la aspiración de que todas las personas terminen con una educación de calidad, el Estado tiene mucha responsabilidad.
El Estado tiene que velar por contar con docentes de calidad y por contar con ambientes de aprendizaje de calidad. Un ambiente de aprendizaje involucra infraestructura, pero no solo eso; también el manejo que pueda tener cada docente de su salón, la disponibilidad de materiales adecuados y de equipo necesario.
A nosotros no nos gusta señalar culpables. Nosotros señalamos desafíos y ese es uno.
También hemos insistido en la importancia de brindar acompañamiento, no solo económico, sino también académico.
Hay actores que critican las mallas curriculares en el sector público. ¿Es un factor?
Cuando nosotros hemos visto el tema curricular en primaria, nosotros hemos insistido sobre el hecho de que tenemos importantes brechas de entrada.
Por ejemplo, Desde el año 1998 hay un currículum oficial en Costa Rica para primaria, pero menos del 10% de las escuelas lo ofrecen; entonces se dice que las escuelas ofrecen música o artes, pero esas asignaturas tienen muy baja presencia en ciertos centros educativos.
Normalizamos algo que de repente no era tan normal. Lo cierto es que el currículo va más allá, pero no lo estamos ofreciendo.
Las jornadas terminan siendo más cortas. La cantidad de lecciones de inglés, según nos dicen los docentes, son insuficientes. A veces no hay las condiciones adecuadas para dicha enseñanza.
También está el factor del personal. En un colegio privado de calidad se suele despedir a un mal docente en cuestión de días o meses. ¿Se ha descuidado ese factor de calidad en Costa Rica?
Ese ese es otro tema en el que nosotros hemos insistido. Cuando uno empieza a revisar experiencias, por ejemplo, los países que tienen niveles más altos de desempeño en materia educativa son muy cuidadosos a la hora de seleccionar sus docentes. Muchos lo hacen incluso desde el mismo momento en el que los profesores entran a la universidad, porque la persona que está estudiando educación realmente debe de tener la vocación y las condiciones para desempeñarse como educador.
En 2020 finalmente se aprobó la prueba de idoneidad, pero ya han pasado cinco años y todavía se están calibrando ítems; y lo cierto es que, conforme pasan los años, hay personas que no son idóneas y que están ingresando al magisterio.
El sistema que tenemos propicia buenos, malos y regulares profesores porque no hemos cuidado ese proceso de selección.
Aceptando eso, uno podría realizar una evaluación formativa. Es decir, analizar cuáles son las áreas en las que se tienen más debilidades y perfilar estrategias de desarrollo profesional que responda a las necesidades del docente.
Entendemos que el MEP tiene más de 80.000 trabajadores. Pero no podemos seguir haciendo siempre las mismas cosas.
Si el rezago en el sector público es multifactorial, entonces ¿por dónde empezar a revertirlo?
Tenemos una generación fuertemente impactada por el apagón educativo. Ese conjunto de interrupciones que frenaron la enseñanza, como la pandemia y las huelgas. Ocupamos una política importante en materia de nivelación, de recuperación, o como le quieran llamar.
Tenemos que reconocer que tenemos a una generación que la pandemia impactó fuertemente y que ya venía con interrupciones previas de hasta ocho meses. Tenemos que pensar primero en en cómo cómo tratar de salir de esa crisis de aprendizaje.
También hay elementos que vos podés empezar a trabajar con tus docentes, otros que podés empezar a trabajar con las familias y otros en los que podés buscar aliados estratégicos, como las municipalidades y otras asociaciones, por ejemplo, para llevar libros a comunidades. También está el eje de la calidad docente.
Mucho también depende de la inversión. Mientras otros países optaron por invertir más recursos para salir de la crisis que generó la pandemia, nosotros más bien fuimos en sentido contrario. Hoy invertimos menos y ya teníamos rezagos.
Hablamos de tres pilares; aprendizaje, calidad docente e inversión para mejorar los ambientes de aprendizaje.
¿Cuánto juega la planificación estratégica en esto? Hace poco teníamos una ministra de Educación que decía que no había que publicar una estrategia, que bastaba con tenerla en su cabeza.
Es importante. Y no podemos tener políticas a nivel de gobierno, sino políticas país que nos permitan casarnos con un objetivo sin importar la administración.
Se necesitan metas concretas, metas claras, diseñadas con objetivos que podamos cumplir en un marco temporal y con una asignación presupuestaria. Tenemos que empezar por ahí.
Podemos ponernos como meta tener más escuelas con horario regular, mejorar programas de equidad, mejorar cuestiones de conectividad. Ponernos un plazo, poner responsables, poner a qué se quiere llegar y evaluar con el tiempo esas metas.
Justamente en el momento en el que más lo requeríamos, nos dimos el lujo de no tener un plan.
¿Ya vemos en el mercado las consecuencias del rezago y su empeoramiento reciente?
El último informe del Estado de la Educación señala que el 70% de las personas terminan en la secundaria. Solo el 35% asisten a la universidad. ¿Y qué pasa con el resto? Muchos van al mercado laboral y van al mercado laboral justamente con todas las debilidades de las que hablamos.
Ya las universidades manejan algunos datos, pero no. Todavía no vemos la magnitud completa del problema.
