Los partidos políticos y las candidaturas presidenciales también arrastran ‘problemas de marca’. El desgaste de las agrupaciones tradicionales en Costa Rica —y en gran parte de América Latina— ha sido ampliamente documentado, y algo similar ocurre con las figuras que han ocupado cargos públicos visibles, que suelen acumular resistencias con el paso del tiempo.
De cara a las elecciones nacionales del próximo 1.° de febrero, estas percepciones negativas pesan más que nunca. Funcionan como un techo que limita cuánto puede crecer cada candidatura, sin importar cuánto se mueva la campaña.
Para medir mejor este fenómeno, el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) incluyó en su última encuesta de opinión política una pregunta simple: “¿por cuál candidato o partido político nunca votaría?“.
La consulta se aplicó a 1.759 personas y sus resultados ayudan a dimensionar quiénes se enfrentan a una doble contienda: una contra sus rivales y otra contra sí mismos.

La marca ‘PLN’
Los datos dibujan un panorama especialmente complejo para Álvaro Ramos, el candidato de la agrupación con más historia en el país: el Partido Liberación Nacional (PLN).
Ramos y el PLN fueron mencionados por un 30,9% de las personas encuestadas como la opción por la que “nunca” optarían, incluso por encima del 29,6% que no supo identificar a quién rechazaría de esa manera.
El PLN acumula ya 12 años alejado de la Presidencia de la República, algo sin precedentes para esa agrupación y que ha sido interpretado como un síntoma de impotencia.
Ramos ha intentado presentarse como una figura distinta de los liderazgos tradicionales y como una especie de outsider dentro del Balcón Verde, pero no ha logrado romper el techo del 8% en intención de voto que mantiene desde hace varias semanas.
La situación de Ramos es la más compleja porque también es el candidato más rechazado entre el 45% de las personas que quieren acudir a las urnas en febrero, pero que dicen seguir indecisas. Uno de cada cuatro indecisos asegura que nunca elegiría a la candidatura verdiblanca.
Ariel Robles, del Frente Amplio (FA), y Claudia Dobles, de Coalición Acción Ciudadana (CAC), son las dos opciones que siguen a Ramos en rechazo a nivel general. Robles ha sido diputado durante los últimos cuatro años y Dobles fue primera dama entre 2018-2022, en medio del desgaste que sufrió aquella administración producto del ajuste fiscal y de la pandemia.
Aun así, sus porcentajes de rechazo son marginales frente a los del liberacionismo.
La oficialista Laura Fernández, por otra parte, enfrenta un escenario mixto. A nivel general, solo un 1,9% de los encuestados dijo que jamás votaría por la exministra de la Presidencia de Rodrigo Chaves; pero la cifra sube hasta un 9,6% (el segundo registro más alto de cualquier candidato) entre las personas indecisas.
Fernández, Ramos, Robles y Dobles son, al mismo tiempo, quienes generan más rechazo y quienes concentran más respaldo hasta ahora: un 30%, 8%, 5% y 4%, respectivamente. Los otros 16 contendientes pasan prácticamente inadvertidos, según el mismo estudio del CIEP-UCR; lo cual implica otro tipo de problemas para sus aspiraciones.
Indecisos con margen
A pesar de estos vetos, hay un dato que abre una ventana de oportunidad para todas las candidaturas.
Un 45,4% de las personas que siguen indecisas —casi una de cada dos— dicen “no saber” por cuál candidato o partido no votarían jamás y ese es un territorio para continuar creciendo.
Entre quienes ya tienen una preferencia, en cambio, nueve de cada 10 sí tienen claro por quién no votarían.
Según redactó el CIEP en su informe de resultados, los resultados reflejan que la población indecisa tiene una doble ausencia de definiciones.
“Además de no contar con una preferencia definida, este grupo tampoco ha estructurado con claridad sus exclusiones o rechazos políticos, lo que sugiere un perfil de indecisión sustantiva y poco polarizado en cuanto a las candidaturas disponibles”, concluyó el equipo investigador.
