El déficit fiscal alcanzó el 4,1% del Producto Interno Bruto (PIB) a agosto, la cifra más alta que se ha registrado en este mes.
El desbalance fiscal muestra que los ingresos representan el 9,16% del PIB, pero los gastos se adueñan de un 13,25% del PIB.
Estos son los primeros datos tras la implementación del Impuesto al Valor Agregado (IVA), por lo que se empezaron a materializar sus efectos con un mayor dinamismo de los ingresos por este tributo y las modificaciones en renta.
“No obstante somos conscientes que para continuar por la senda hacia la sostenibilidad, se requiere avanzar en las medidas para reducir la evasión fiscal, la mejora en la gestión de riesgos y la digitalización, continuar mejorando la gestión de la deuda”, comentó Rocío Aguilar, ministra de Hacienda, en el comunicado emitido este 10 de setiembre.
Aguilar añadió que para lograrlo es necesaria la colocación de los bonos soberanos de deuda externa (eurobonos), el acceso a los créditos de apoyo presupuestario, además de la reforma al empleo público o la fusión de instituciones para evitar la duplicidad de funciones.
El crecimiento del déficit persiste a pesar de un mayor dinamismo en los ingresos totales, que repuntaron 10,9%, muy por encima del 2,5% visto un año atrás.
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El mayor ritmo se debe a la aceleración del impuesto a los ingresos y utilidades (principalmente a personas jurídicas y remesas al exterior), así como a la entrada de dinero proveniente del impuesto de ventas interno (creció 10,8%).
Sin embargo, los impuestos provenientes del consumo, aduanas, sobre exportaciones, sobre importaciones se mantienen contraídos.
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Los ingresos por tributos al consumo interno se contrajeron 58% a agosto, síntoma de la desaceleración de la actividad económica, de la confianza de los consumidores y del consumo interno de los hogares.
Por el lado del gasto, los egresos corrientes repuntaron más que en los últimos seis años. El dinamismo de los intereses de la deuda explica este resultado, con un repunte del 36%.
Sin los intereses, los gastos pasan de representar 13,25% del PIB a 10,71% del PIB.
Los intereses se mantienen como el lastre de los egresos del Gobierno Central, a pesar de que la Tesorería Nacional ha traslado muchos de los vencimientos de la deuda que estaba previstos para el 2019, al mediano o largo plazo. También, ha reducido parte de las presiones para el año 2019 y el 2020.
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Mientras, los gastos por remuneraciones por los sueldos y salarios crecen menos, aunque las cargas sociales crecen más que hace un año.
Las transferencias muestran un menor dinamismo, inclusive el más bajo en diez años.
Esto se debe a las medidas de contención de gasto que ha implementado el Ministerio de Hacienda y que permitió que el déficit primario cayera como porción del PIB.
El desbalance primario pasó de -1,8% a -1,6% en el último año, pero se mantiene por encima de las cifras registradas en 2016 y 2017.
También, en agosto se generó un efecto por la recuperación de inversiones relacionadas al proceso de absorción de Bancrédito por parte del Banco de Costa Rica (BCR), situación que impactó a la baja el déficit primario.
El gasto de capital crece más (35,2%). Este dinamismo es el más alto de la última década, pero está motivado por las transferencias y no por la inversión. Esta última se contrajo 11,9% y no muestra un crecimiento de más del 1% desde el 2015.