El pensamiento para hacer modelos de negocios dentro de nuestras sociedades ha conducido a considerar la eficacia estratégica en términos de que todo medio lleva necesariamente a un fin específico. Por eso el “Plan Ideal” siempre tiene un objetivo, luego hay que encontrar los medios para alcanzarlo. Eso también puede ocurrir en la planificación de la comunicación comercial de toda empresa o institución.
Esta estructura lógica para nosotros, según Fancois Jullien, profesor francés estudioso de la cultura oriental, no se encuentra igual en el pensamiento chino. En China, no se desarrolla la idea de un “Plan Ideal”, tampoco se promueve la noción de tener medios que conduzcan al fin deseado. Incluso, el idioma chino clásico carece de una palabra consistente y precisa para decir objetivo.
Una de las desorientaciones que se experimentan cuando nos encontramos con el pensamiento chino, según Jullien, es que se anula la idea de finalidad y la disuelve. No se piensa ni en el objetivo ni en la finalización o un fin en los negocios, sino en el interés y en el beneficio que ellos aportan. Si este beneficio se persigue a niveles globales, produce un sabio; en una escala más reducida, produce un estratega. Ninguno construye un orden de fines, ni apunta a un objetivo.
Es una manera de pensar difícil de interpretar, que se incorpora con fuerza al mundo de las empresas y la comunicación. Habrá que aprender a interpretarla con esa misma paciencia de los chinos.