Los panameños son muy buenos vecinos, nuestras relaciones son estratégicas. Hechos recientes en nuestros nexos y en su política interna obligan a que prestemos mayor atención a lo que ahí ocurre.
Las protestas del mes de julio en torno a la canasta básica, los precios del combustible y medicamentos, el presupuesto para la educación, la reorganización del seguro social y el enojo con la corrupción política, desencadenaron fuertes manifestaciones que pusieron al gobierno de Laurentino Cortizo contra la pared.
Estos estallidos sociales deberían llevar a nuestros políticos a la reflexión y acción preventiva ante el dramático aumento en el costo de la vida de las últimas semanas. La explosión en esta vecindad fue importante y debemos aprender de ese proceso para promover el diálogo social oportunamente antes que las crisis se presenten.
La relación con Panamá es significativa también por nuestras relaciones comerciales, ambas economías son complementarias, aunque en los últimos tiempos Panamá se ha cerrado a nuestras exportaciones agroindustriales y hemos tenido que recurrir a organismos internacionales (OMC) para arreglar el diferendo.
Muy valiosa es nuestra cooperación política y económica en el marco de la nueva Alianza para la Promoción de la Democracia y la Prosperidad con República Dominicana como otro fundador y la reciente incorporación de Ecuador.
La promoción de la democracia en el mar de tormentas que azotan a Centroamérica nos acerca más a nuestros hermanos panameños. La cooperación con Panamá es trascendental para Costa Rica.