
Ronaldo Gutiérrez y Mauricio Valverde habían coincidido en trabajos en algunas empresas, pero fue hasta a finales del 2017 cuando se decidieron a crear su propio negocio, Artilujio, dedicado a servicios de diseño y a utensilios para uso personal y doméstico.
La suerte no parecía estar de su lado. Habían trabajado en una firma multinacional que se llevó las operaciones a otro país. En otro empleo los cesaron debido a la contracción económica.
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Con 52 años de edad, Ronaldo, y 38 en el caso de Mauricio, ambos tenían a su favor la experiencia como diseñadores, gráfico el primero e industrial el segundo.
Reconocieron que no sería fácil encontrar un nuevo empleo que les reconociera una remuneración acorde al recorrido que ya tenían.
“Había que hacer carrera de nuevo”, dice Ronaldo. “No fue difícil decidirse. Ya habíamos pensado en eso y veníamos dando servicios a pymes, como un complemento del trabajo que teníamos. El quedarnos sin empleo nos empujó”.

Aunque no era la vía más segura, decidieron fundar Artilujio, así con J, con la idea de ofrecer servicios de diseño gráfico, web, de productos y de espacios, así como en mercadeo digital y en acompañamiento para el uso de herramientas de creatividad e innovación.
La otra línea de negocios es de productos, lo que llaman “objetos interesantes”, que resuelvan situaciones cotidianas: desde un estripador de pastas de dientes, bolsas de compras multiusos y porta-teléfonos, entre otros.
Estos productos se venden en redes sociales, incluyendo Facebook, y en una tienda en Limón.
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La empresa la inscribieron a principios del 2018 y lograron sostenerse con algunos ahorros que tenían e incluso con las pólizas de desempleo que habían adquirido antes de ser cesados.
Poco a poco recibieron también la ayuda de diferentes personas, con las que se sienten agradecidos, y empezaron a hacer citas, concertar reuniones y cerrar contratos de servicios.
“La parte de brindar servicios fue más rápido”, recuerda Ronaldo.

El primer año fue difícil, aunque tuvieron un buen cierre. En lo que vamos del 2019 ya los ingresos superan al total de ventas del 2018.
Aunque no tienen todavía colaboradores directamente en planilla, la cantidad de proyectos en desarrollo les obligan y les permiten recurrir a subcontrataciones.
Han evitado comprometerse con alquileres de oficina que se consuman los ingresos, por lo que aprovechan centros de coworking y el trabajo remoto cada uno desde su casa, aprovechando herramientas y plataformas en línea que hoy se pueden utilizar.
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Lo que sí están aprovechando es para capitalizar la empresa, pues dejan una parte de los ingresos para inversión.
Ronaldo explica que van paso a paso. “Hemos encontrado un modelo y vamos consolidando cada etapa. Aplicamos la máxima de invertir más en la idea de negocio”, recalca.
En lo inmediato piensan en crear una o varias tiendas para los productos, mientras que para servicios sopesan varias ideas con el propósito de ser disruptivos y que se convierta en el eje de la empresa.
“Estamos muy contentos. Sabemos que el mercado es pequeño y que no podemos perder de vista lo que ya tenemos”, afirma Ronaldo.
