Edgar González y su esposa Kattia Vargas, fundadores de Capresa, se levantan a las 3:00 a.m. cada día y se dirigen al invernadero donde mantienen los cultivos de fresa hidropónica en su finca ubicada en Vara Blanca, en Heredia. Hasta hace unos años, ninguno imaginaba los logros que obtendrían como familia de agricultores.
La cosecha creció 50 veces, convirtiéndose en el principal proveedor de fresas de Walmart, y ahora aumentarán más el cultivo en un terreno cercano que acaban de comprar, el cual está a cargo de su hijo Esteban. Con ellos también trabaja su yerno, Antonio.
Para Edgar es fundamental la incorporación de su hijo y su yerno, pues ya piensa en cómo heredar la responsabilidad. “Tengo que ir delegando“, dijo.
La sucesión en una nueva generación es solo parte de un ciclo de vida del cual él mismo participó en su debido momento. Desde joven, a los 14 años, Edgar empezó a trabajar en el campo junto con su padre, que era peón de fincas en la misma Vara Blanca. Su madre se dedicaba a los oficios del hogar.
En aquella época aprendió la producción de fresas. No tardó mucho en querer formalizarse. Se casaron cuando ella cumplió 17 años y él tenía 20 años de edad.
Al igual que su padre, trabajó como peón y luego se independizó, asociándose con otros productores. Avanzó un paso más.
Hace 15 años siguió solo. Pero, al igual que los otros agricultores, trabajó en forma tradicional cultivando directamente en el suelo. Así continuó cuando adquirió un terreno de 8.000 metros cuadrados.
En ese momento vendía la cosecha a Interfruit, que las comercializaba en hoteles y otras empresas. También contaba con otros clientes propios. El volumen era reducido: unas 15.000 plantas. “Crecimos poco a poco”, recordó.
Llamó a su empresa Capresa, un nombre que asocia a la calidad, el prestigio y el sabor.
El salto
Capresa empezó a probar la hidroponía hace cinco años. Una de las ventajas es evitar los microorganismos y enfermedades que anidan en el suelo. Otra es la productividad: en el mismo espacio donde se siembran 50.000 plantas, se puede tener 80.000 unidades.
“Yo no sabía nada de hidroponía. Tenía mucha experiencia en lo que era suelo”, reconoció Edgar.
La hidroponía es un método de cultivo de plantas que no utiliza tierra. En su lugar, las raíces crecen en una solución líquida rica en nutrientes.
Lo poco que probaba no daba flor ni frutos. Hasta usaba la misma fórmula para los cultivos. Estaba dispuesto a aprender.
Recurrió al Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) para que le recomendaran un ingeniero especialista. Le dieron los contactos de uno, que recién se jubiló en esa época.
Lo llamó, pero el ingeniero no se comprometió pues andaba ocupado. Aun así, un jueves le avisó que pasaría a los cinco días.
Con la asesoría del ingeniero y el financiamiento del Sistema de Banca para el Desarrollo, realizó los cambios. Al mes vio resultados y recogió 300 kilos. Además, aumentó a 7.000 plantas. El futuro estaba ahí. Quedó preparado para el siguiente paso.
Un amigo agricultor de la zona de Cartago lo llamó en 2022 y le preguntó si no le interesaba vender a Walmart. “Claro que sí”, respondió Edgar. “Walmart es una potencia”.
Recibió la visita de un ejecutivo de la cadena, quien le explicó que la compañía solo compraba la producción de hidroponía. El ejecutivo revisó las instalaciones, le dio el visto bueno y prometió que otro asesor lo iba a visitar. Para ese momento, tenía 40.000 plantas.
Las primeras entregas eran pequeñas. Unas 15 cajas los lunes, los miércoles y los viernes de cada semana. Se ganaron la confianza y la empresa aumentó los pedidos. La cadena pidió que realizara entregas también los martes y los jueves.
En la actualidad, llevan productos en tres diferentes presentaciones (caja de 500 gramos y de 400 gramos y un empaque especial para batido) de domingos a viernes. Los sábados descansan.
Realizan entregas, de 40 a 60 cajas, en el centro de distribución en Cartago. Desde ahí, la misma compañía las envía a los supermercados. Un 25% de las entregas de Capresa llega a los supermercados de Walmart en Nicaragua.
Además de mantener la venta a Interfruit, Capresa se convirtió en proveedora de otras cadenas de tiendas por conveniencia y supermercados.
Apoyos
La mayor demanda no solo le permitió adquirir su propia finca de tres hectáreas. Hace tres meses, Capresa compró otra finca cercana de tres hectáreas también.
Es la que tendrá a cargo Esteban y donde se sembrarán unas 40.000 plantas. Ahora llegarán a cerca de 350.000 en total.
La expansión de Capresa ocurre mientras la mayoría de las actividades agrícolas cumplen varios semestres de caída en la producción y empleo, de acuerdo con el Banco Central de Costa Rica. La cantidad de patronos del sector agrícola inscritos ante la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) pasó de 5.458 a 5.393 entre 2023 y 2024.
¿Qué explica el crecimiento de Capresa?
Haber hecho los cambios a tiempo y aprovechar la oportunidad de convertirse en proveedor de distintas cadenas. Eso da varias ventajas.
Una de ellas es la rápida recuperación de la inversión. También recibe asesoría y capacitación mediante el programa Tierra Fértil de Walmart, dirigido pequeños productores agrícolas.
A través de ese programa y de Una Mano para Crecer, Walmart compra más de $180 millones a 1.160 pequeños y medianos proveedores (pymes) en Costa Rica.
En el programa Tierra Fértil, que funciona como un modelo de referencia para la organización a nivel global, se trabaja con 660 pequeños y medianos productores agrícolas.
El objetivo de esta iniciativa, según Walmart, es asegurar prácticas agrícolas sostenibles con el medio ambiente, una relación de negocios a largo plazo y un crecimiento en innovación, ventas y mercado por parte de las pymes.
El apoyo recibido por Capresa abarca desde el área técnica hasta medidas de organización e inocuidad para elevar la calidad del producto. También recibe auditoría para verificar el cumplimiento.
Falta mucho por aprender. Espera trabajar muchos años, pero ya vislumbra su retiro. “Quiero enseñarle a mi hijo. Yo le digo que tiene que superarme”, dijo Edgar.
Insiste que, en todo este camino, el principal apoyo es el de su hijo, sus dos hijas, los dos yernos, los 10 nietos y, en especial, el de su esposa Kattia, que se incorporó desde el inicio y cada mañana se levanta con él a las 3:00 a.m.
“Es mi mano derecha”, dijo Edgar. “En este mes estamos cumpliendo 34 años de casados. Desde entonces anda conmigo para arriba y para abajo. Lo que hemos logrado, lo hemos logrado juntos”.
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